Por Bárbara Samaniego
27 febrero, 2015

Y créanme, esto va más allá de la estética.

INTERIOR

Años atrás, las tribus en la provincia de Chin, en Myanmar, comenzaron a tatuar el rostro de las mujeres jóvenes. Algunos registros fotográficos muestran a las mujeres, ya mayores, luciendo sus complicados diseños:

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Te preguntarás qué es lo que motiva esta llamativa y curiosa práctica, y lo cierto es que la explicación es bastante original.  Al igual que en muchas otras culturas, los hombres de la realeza podían escoger casarse con quienes quisieran. Y, por supuesto, podían hacerlo en el momento en que se les presentara el antojo: simplemente aparecían, observaban y tomaban a su próxima esposa a modo de capricho. Para la gente del pueblo, esto significaba permitir que merodeadores y príncipes vecinos rompieran su corazón al llevarse a sus pequeñas sin previo aviso

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Obviamente, no podían esperar luchar contra esa injusticia y ganar. Sabían que serían aplastados. Así que tuvieron que buscar una solución más creativa. Los padres de las mujeres comenzaron a tatuar las caras de sus jóvenes hijas. Porque claro, ahora, ¿qué príncipe las querría como esposas?

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Pero entonces se produjo un fascinante evolución. Al pasar los años, lo que inicialmente estaba destinado a hacer las mujeres indeseables, comenzó a tener el efecto contrario. Con el tiempo, los tatuajes faciales se convirtieron en signo de belleza y de atractivo. Y así, estos rostros tatuados se instauraron como tradición, profundamente arraigada en la cultura local:

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Es importante destacar que estos tatuajes no han sido ya necesarios para evitar matrimonios no deseados, porque la práctica, afortunadamente, está prohibida desde hace varias décadas. Pero como hemos visto aquí, muchas mujeres de la vieja generación en Chin todavía llevan sus marcas increíbles.

Visto en: Twentytwowords.com