Grandes pintores abstractos como Pollock y Monet se pierden en el color, la sensación y la memoria para mostrar que la realidad es subjetiva.
El arte abstracto es un verdadero milagro. ¿Cómo puede una pintura, que es tan sólo una superficie blanca, o un torbellino de color, significar algo? Pero sí significa algo, siendo la grandeza de la abstracción uno de los logros más emocionantes de los tiempos modernos.
Dentro de todos los artistas abstractos hubo uno específico que me volvió completamente loco: El gran Jackson Pollock.
La primera vez que visité el museo de arte moderno en Nueva York, sus pinturas me golpearon como olas de poder, verdad y revelación. ¿Pero revelación de qué? La naturaleza no resuelta de la pintura abstracta es parte de su autoridad. Sugiere secretos que parecen cósmicos y personales al mismo tiempo, pero no lo dice todo. O nada. Pollock pintaba paisajes románticos, intensas escenas del oeste y dramas mitológicos primitivos, antes de poner sus lienzos en el suelo, tirar, gotear y chasquear pintura sobre ellos, y entregar sus redes estelares de color al mundo.
Sus pinturas son del espacio interior y exterior. Intuyen una realidad compleja que no puede ser expresada en palabras. Esto hace de Pollock uno de los artistas más conmovedores que conozco. Él prolonga una delicada trama interna, a la vez mística, científica y psicológica.
El arte abstracto es majestuoso. Las pinturas de Mark Rothko en el museo Tate Modern demuestran esto, tal como lo hizo Pollock. Pero, ¿cuándo comenzó la abstracción? ¿Cómo ocurrió?
El arte abstracto comenzó a invadir la pintura tan pronto como los artistas se dieron cuenta de que por más que se esforzaran por pintar la naturaleza, los colores que lograban eran los que los ojos de sus mentes veían. El descubrimiento de que la verdad es subjetiva, es la raíz del arte abstracto. También es una idea fundamental de la física moderna. Quizás es por eso que, frente a Pollock, siento que estoy viendo la forma del universo mismo.
Visto en Theguardian