En los últimos 30 años nuestros niveles de empatía se han ido deteriorando poco a poco, y esto puede tener momentos duros – o hasta trágicos, como tristemente hemos visto en Estados Unidos en las últimas semanas – para aprender que hemos vivido una lamentable partida de ser una cultura que puede entender, identificarse y preocuparse por los demás.
Aunque mucho ha contribuido a esto, y la experiencia de la humanidad es complicada, yo veo una influencia importancia en esto, y es el cambio en nuestros medios de comunicación. Al volvernos electrónicos, hemos perdido más de lo que hemos perdido. Cada vez más estudios demuestran esto, pero personalmente, yo lo siento. Muchas veces me encuentro mandando mensajes o emails en lugar de hablar, tomando esta forma de comunicación que parece rápida y eficiente. Pero después me siento distante…o depronto menos preocupado y menos gentil, o más rápido para hacer suposiciones. O algunas veces deseoso de criticar.
Parece que preferimos la eficiencia por encima de todo, y nos dejamos absorber por el poder que la comunicación electrónica falsamente nos da. No nos importa dejar una cruel crítica en línea para un servicio de algún negocio, cuando en verdad nunca pensaríamos en decir esas mismas palabras en frente de nadie. Mientras más distante o anónimo alguien sea, menos podremos lograr entender que de verdad nos tenemos que preocupar unos por otros. Creemos que hay algo mágico de la tecnología que nos mantiene más conectados eficientemente, pero nos hace dependientes de los mensajes rápidos, los pensamientos entrecortados nos hacen menos conscientes, menos preocupados por lo que decimos, y menos capaces de considerar el punto de vista de otros.
La investigadora Sara Konrath encontró una nítida evidencia de empatía en el año 2000 en dos áreas de la empatía – cognitiva y emocional – las cuales son nuestras capacidades de tener en cuenta los sentimientos de alguien más y responder al dolor del otro. Por pasar tan rápidamente de un dispositivo tecnológico a otro, no nos detenemos por el tiempo suficiente para ser capaces de por lo menos pensar mas allá de nosotros y cuál es el siguiente paso para alcanzar lo que queremos. Se ha demostrado que nuestras constante “conectividad”, hemos perdido la habilidad de conectarnos auténticamente. Y es esta “conectividad” la que cultiva empatía.
¿Cuál fue la última vez que estuviste realmente desconectado… realmente despegado de nuestro mundo híper-conectado para tener una conexión con la humanidad?
La conectividad y las relaciones toman tiempo y energía – y presencia física. No hay caminos cortos. Debemos elegir ser más intencionales en esta área de nuestras vidas. Debemos sacar las divisiones. Debemos intentar reconocer que la tecnología es muy buena para mandar estadísticas, pero muy malo para entender problemas de una situación que necesito contacto físico. Debemos poner la eficiencia en su lugar y darle más importancia a las personas a nuestro alrededor por su humanidad. Esto se logra pasando más tiempo juntos – sin la interferencia de tecnología. Puede que esto quiera decir tener una “regla sin celular” durante una comida en familia. Puede significar vencer nuestra urgencia de mandar un mensaje rápido y hablar cara a cara mejor.
¿qué pasaría si apagamos el celular mientras pasamos tiempo con alguien que queremos?
Sin importar cual sea tu propósito en la vida, contactarse, estar presente y preocuparse por los otros es un parte importante para ver ese propósito hacerse realidad. Solo así podrá una comunidad con confianza verse establecida, y con confianza podemos trabajar colaborando y prosperando, y cuando prosperemos, podremos ser la mejor versión de nosotros mismos. Nos necesitamos entre nosotros – no solo por nuestro bien y el bien de los que queremos, pero por la gran cultura a la que queremos contribuir. Yo se que quiero vivir en un mundo lleno de compasión real, gracia y comprensión – suficiente para dejar mis dispositivos y sacrificar la eficiencia en intercambio con tener conversaciones cercanas.