Por Bárbara Samaniego
23 marzo, 2015

Pudo cometer un error en su juventud, pero hoy nos da una lección de humanidad a todos.

Monica Lewinsky, la mujer estadounidense con la que el entonces presidente de los Estados Unidos -Bill Clinton- admitió haber tenido una “relación inapropiada”, tenía apenas 22 años cuando su reputación cayó en picada. Lewinsky trabajaba como becaria no remunerada en la Casa Blanca, y se enamoró perdidamente de su jefe. Su caso generó una polémica sin precedentes, y constituyó uno de los primeros casos de lo que hoy conocemos como cyber-bullying o acoso en línea. Hoy, Monica se atreve a hablar en público por primera vez, y su testimonio hará que te replantees un par de cosas:

httpv://youtu.be/LTUPyWW8cu8

¿Es correcto humillar a personas que han cometido errores? ¿Es ético invadir su entorno privado amparándose en el anonimato que brindan las redes sociales? El caso de Monica Lewinsky pone sobre la mesa todas las aristas de una costumbre odiosa y poco humana, que es la de reírnos y hacer juicios apresurados sobre personas vulnerables, que han cometido errores o que, simplemente, son distintas a nosotros mismos. Y eso tiene que parar.

Monica se atrevió a romper el silencio gracias a su trabajo con Tyler Clementi Foundation, y en honor a otras fundaciones como The Trevor ProjectThe BULLY Project y StopBullying.gov. Todas ellas se dedican a erradicar el cyber-bullying y a difundir los daños psicológicos que este conlleva.