A veces, las cosas son un poco más sencillas de lo que pensamos.
Al parecer, el acto de compartir es algo innato en el ser humano. Pero, no se cómo ni porqué, lo hemos ido perdiendo en el camino. 3,5 millones de niños mueren de hambre al año. Una cifra alarmante que si bien nos asusta y entristece, no llama a tomar medidas. O al menos, aún no lo ha hecho. Y es que una cosa es tomar consciencia sobre un problema y otra muy distinta es formar parte de la solución. Estos niños nos enseñan una lección que debiésemos grabar a fuego en nuestra mente: si nos decidiéramos a compartir un poco de lo que tenemos, el mundo sería un poco más feliz para 3,5 millones de personas. Personas que sí tendrían algo que comer:
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