Capturadas por fotógrafos del National Geographic.
Este artículo fue originalmente escrito por Jessie Wender, editora de la revista National Geographic. Para conmemorar el día de San Valentín recién pasado, la mujer preguntó a diferentes fotógrafos qué historias escondían algunas de sus fotografías más memorables. ¿El denominador común entre ellas? Todas son reflejo del amor:
1.
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Marcus Bleasdale pasa gran parte de su tiempo fotografiando conflictos bélicos alrededor del mundo. Se podría pensar que en contextos así el amor es difícil de encontrar, pero en realidad es al revés. En esta imagen, el fotógrafo captura el momento en que un chico de la República Centroafricana se encuentra con su madre, luego de haber sido secuestrado por un grupo rebelde junto con su padre. Se las arreglaron para escapar, pero muchos otros murieron. La emoción de la mujer prueba la intensidad del amor maternal.
2.
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Jodi Cobb estaba en Italia en busca de amor. Deambulaba por las calles en busca de fotografías que reflejaran esa sensación punzante y primordial. Se encontró por casualidad con la chica leyendo el periódico en un café. Más atraído por el volante blanco de la falda y el bronceado profundo de la pierna que por la historia, capturó la imagen. Pero no fue hasta llegar a casa y revisar el trabajo del día que se dio cuenta del detalle: el periódico era en realidad una tarjeta personalizada, y en el titular se leía “Ai Lov You” (Yo te amo).
3.
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Andrés, el compañero de Carolyn Drake hace más de diez años, odia ser fotografiado, y su respuesta natural ante una cámara es cubrir su rostro o hacer una mueca divertida. Como ella se levanta más temprano que él, a veces no puede resistir la tentación de encender la cámara de su iPhone y tomarle una foto. Y es que esos pequeños momentos matutinos son su única oportunidad de lograr una toma natural. Tiene toda una serie de imágenes de Andrés durmiendo en la mañana.
4.
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David Alan Harvey cree que el amor se siente, no se describe. Y que prueba de ello son las duchas públicas en las playas de Río de Janeiro, realmente democráticas: todas las razas, todos los tipos de cuerpo, todas las edades, todos los colores. Hay algo intenso y profundamente visual en el amor, puesto que se puede capturar con un solo click. Este fotógrafo quiere transmitir la idea de que las cosas se deben sentir, no solo observar. Y piensa que esta imagen es perfecta para ello, puesto que definitivamente vale más que mil palabras.
5.
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Jim Richardson tomó esta fotografía hace ya un cuarto de siglo, cuando solapadamente espió a 2 chicas que disfrutaban de un momento claramente íntimo. Porque eso es una carta de amor, por supuesto. Ellas deberían haber estado trabajando, pero en vez de eso se regocijaban de emoción, al leer la carta de un misterioso enamorado. Sus caras transmiten esa ingenuidad y ternura propia de la juventud, y nos hacen pensar con añoranza en esos días en los que el amor era toda una aventura…
6.
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Amy Toensing trabajó tomando fotos en África, donde existen 4 millones de refugiados y más del 50 por ciento son niños. Los más vulnerables son los huérfanos y los menores no acompañados, como Abdi y sus hermanos. Él se ha convertido en el único sustento de estos chicos, luego de que su madre muriera en un campo de refugiados en Kenia. Esta foto fue tomada en el RefugePoint en Nairobi, poco después de que Abdi se enterara de que serían enviados a Estados Unidos. Para la artista, este es el tipo de amor que vale la pena conocer y celebrar.
7.
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Gerd Ludwig debió atravesar los Montes Urales -cordillera montañosa que se considera la frontera natural entre Europa y Asia- en el tren Transiberiano. En ello, tuvo la oportunidad de capturar a esta encantadora pareja, envuelta en una conversación encantadora. Supuso que eran recién casados y fue testigo mudo de su coqueteo y complicidad. Un día después, el joven abandonó el tren y una pareja de ancianos ocupó el compartimiento con la joven. Sólo entonces se enteró de que la pareja se acababa de conocer en el tren.
8.
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Ami Vitale conoció a Kamara en un conservatorio de la vida salvaje en Kenia. Él pasa 12 horas diarias cuidando a rinocerontes bebés, que se encuentran en situación vulnerable, puesto que la especie de haya cercana a la extinción. Él ama a los animales y los llama “hijos”: uno de ellos es Kilifi, de 18 meses de edad. Poco se habla de personas como él, del increíble trabajo que hacen para proteger a estos animales de la caza furtiva… Y lo cierto es que son grandes exponentes del amor y la solidaridad.