Por Elvira Vergara
23 julio, 2015

Nunca pierdas de vista a tus hijos si estas cerca de lugares con agua.

Hace algún tiempo, Rachel Barton se encontraba celebrando el cumpleaños de su hijo mayor en una fiesta con piscina. Todos estaban pasándolo estupendo, y su hija de 2 años de edad se encontraba feliz chapoteando en el agua con su chaleco salvavidas puesto.

Cuando la fiesta terminó y la gente comenzó a irse, Rachel le quitó el salvavidas a su hija, la envolvió con una toalla y la sentó en una silla. La niña le dijo que quería ir al jacuzzi, este era una de sus cosas preferidas, pero Rachel le dijo que no, porque sabía que tardaría una eternidad en sacarla de ahí.

Es así cómo la dejó sentada mientras empacaba algunas cosas para volver a su casa. Habían 6 adultos de pie cerca de la niña, por lo que Rachel pensó que estaría segura, así que se relajó.

Pero la verdad es que nunca debes relajarte cuando tienes a un niño cerca del agua…

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Unos minutos más tarde, algo le llamó la atención a Rachel. Miró alrededor y su hija no estaba. Primero recorrió la piscina pero no la encontró, vio que la puerta de la casa estaba abierta así que pensó en ir a ver si estaba afuera, pero a último minuto se acordó de que su hija le había preguntado si podía ir al jacuzzi.

Corrió hacia el jacuzzi, y ahí estaba: se encontraba en el centro de la bañera de hidromasaje, boca abajo. Inmediatamente le gritó a su marido y se tiró a la agua, pero no pudo conseguir sacarla pues recientemente había tenido una cesárea. Por suerte su marido llegó rápidamente y  logró sacar a la niña. Vio que la niña no estaba respirando, es así como comenzó a reanimarla. Rachel veía que su hija tenía los ojos abiertos, pero que no había vida en ellos.

Su marido hizo la maniobra de Heimlich, y logró que el pequeño cuerpo expulsara un poco de agua. Después de un rato la niña comenzó a vomitar. Rachel y su marido llevaron a la niña al hospital tan rápido como pudieron.

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Rachel Barton

En la sala de emergencias la niña se rodeó de médicos. Sus niveles de dióxido de carbono eran muy altos, además le quedaba agua en sus pulmones. Tendrían que intubarla, esto la ayudaría a respirar mientras sus pulmones sanaban. El medico les dijo que estaría bien, pero Rachel no le creía, ver a su hija sedada e intubada le dolía mucho.

Hoy en día, la hija de Rachel sigue siendo igual de terca e inteligente como era antes del accidente, y no le teme el agua, es por eso que cada vez que Rachel se arma de valor para ir a la piscina, no le quita la vista ni por un segundo.

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Rachel Barton

Las reuniones familiares con piscina, son el peor escenario para que ocurran accidentes cómo este. Todo el mundo piensa que alguien está mirando, todo el mundo piensa que puede relajarse. Pero la realidad es que nunca puedes relajarte si hay niños cerca del agua. El ahogamiento puede ocurrir en cosa de segundos, es rápido y silencioso. Afortunadamente, la historia de Rachel tuvo un final feliz, pero esta nos enseña que nunca debemos dejar a los niños solos. 

*Los especialistas no recomiendan realizar la maniobra de Heimlich cuando los niños se encuentran ahogados, pues puede hacerles daño.