Por Teresa Hechem
17 abril, 2015

Todos los niños se alejaban de mi hijo hasta que apareció Jade.

Este testimonio fue escrito por April Shaw.

Cuando me dijeron que mi hijo tenía autismo, fue terrible. No sabía qué hacer y me sentí muy perdida. Si no hubiera sido por Dana, quien también tenía un hijo con autismo, no sé que habría sido de mí. Me dijo que el primer año sería muy difícil, pero que después sería feliz. Me dijo que encontraría una escuela para él y lo hice. Me dijo que encontraría un vecindario y lo encontré. Ojalá todas las personas tuvieran a alguien tan buena como Dana en ese difícil momento.

Pero sin dudas que estas 2 situaciones que viví en la piscina serán inolvidables para mí. Ya era verano y mi hijo estaba en el agua. Mi pequeño aletea, chilla, parpadea y hace gestos que hacen que la gente pueda pensar que no es un niño normal. A tal punto que un “caballero” por decir lo menos, se comportó terrible. Él vio a mi hijo y le comentó a su señora de manera no muy disimulada,  y con un gesto de disgusto en su cara, que ante sus ojos estaba viendo a una persona completamente loca y fuera de lo común.

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Yo no lo podía creer. Me fui a mi departamento y no paré de llorar. No me entraba en la cabeza cómo la gente podía ser tan mala y discriminar así a mi hijo. Después de eso, no quería volver a ir a la piscina. Cada vez que un niño se acercaba a mi hijo y notaba que no hablaba, se alejaba. Nunca nadie se quedaba a jugar con mi pequeño. Para una madre eso es realmente desolador. 

Todo era muy triste hasta que apareció Jade en la piscina. Una niña de unos 7 u 8 años. Se acercó a mi hijo y empezó a hablarle. Él no le contestó y para mi sorpresa no se alejó de él y me preguntó a mí: ¿no habla? Le respondí que no. Y, luego volvió a preguntarme: ¿tiene autismo? Yo quedé algo atónita con la pregunta, pero le respondí un escueto sí. La niña lo miró y comenzó a decirle lo que tenía que hacer con la pelota. En cuestión de segundos, mi hijo estaba jugando con una amiga. ¡Yo no lo podía creer! Esperé 6 años para presenciar este momento. Fueron los 20 minutos más felices de mi vida. Por suerte yo estaba con anteojos porque no paraba de llorar de emoción. Y ese momento, amigos míos, no lo olvidaré jamás.