El intento de suicidio de su hermana terminó por salvarle la vida a esta mujer

Tuvo que ver sufrir a una persona que amaba para darse cuenta. 

Nunca se llevaron bien, de hecho, su relación era pésima y no hacían otra cosa que pelear. Desde niñas que se dio esa dinámica entre ellas; no se soportaban y en los momentos que estaban juntas la situación se volvía explosiva. Sus padres hicieron intentos para que las hermanas se llevaran mejor, pero no dieron resultado. Sin embargo, el futuro les traería experiencias que cambiarían la forma de pensar de las hermanas. Erica McClellan es el nombre de la mayor, ella ha contado lo que les ha tocado vivir como familia y es una historia sorprendente.

Luego de que Erica terminara los estudios y se graduara, pudo encontrar un trabajo estable. Se fue a vivir sola y a los ojos de sus padres todo parecía estar yendo bien, pero había algo que ignoraban: a ella le habían diagnosticado bipolaridad, esto detonó un período auto destructivo que la hizo abusar del alcohol y las drogas, hasta terminar en un intento de suicidio. Eso no fue más que el comienzo, Erica fue cayendo cada vez más hondo y los intentos de quitarse la vida continuaron uno tras otro. Ella misma cuenta que terminó en la sala psiquiátrica más de 20 veces. Su hermana iba por el mismo camino: ya tenía una notoria adicción a las drogas y problemas mentales no diagnosticados.

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En el 2011, Erica fue enviada a un hospital psiquiátrico por largo tiempo, estaba rendida, no tenía ganas de vivir. No le importaba nada ni nadie, no veía un futuro esperanzador, se sentía sola y desamparada. En el 2012 volvió al hospital debido a un segundo intento de suicidio. En esa ocasión, su terapeuta habló con ella para advertirle que si seguía así su permanencia en el psiquiátrico tendría que ser permanente. A ella no le importó. Durante esta estadía, Erica recibió una llamada crucial: era su madre y le decía que su hermana Randee había intentado quitarse la vida. Había sido grave y ella quedaría con daño cerebral. Eso fue lo único que la sacó de su letargo; pudo experimentar lo que significaba ver sufrir a un ser querido y vio que lo que había hecho ella misma con su familia no había sido bueno.

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Luego de eso, Erica decidió hacer un cambio en su vida. Optó por el entusiasmo y juró nunca más hacer sufrir a su hermana Randee o a su familia. Recuperaría su vida, la reconstruiría desde las bases. Ese mismo año la dejaron salir del hospital y pudo vivir la recuperación junto a su hermana. Nunca habían sido tan unidas como en ese momento. Ambas estaban caminando por un sendero que las llevaría a la tranquilidad, porque sabían que ahora se tenían una a la otra incondicionalmente.