Por Elvira Vergara
3 julio, 2015

¡No me gustaría pasar por esto!

Lindsay es una blogger que se dedica a dar consejos de maternidad en su página deligthted momma. Hace algunos días, pasó por una de las experiencias más desagradables que una madre puede vivir, vio como la vida de su pequeño hijo Ronin se encontraba seriamente comprometida.

Todo indicaba que sería un sábado normal, Lindsay fue con sus hijos a la fiesta de cumpleaños de piscina de su sobrina. Se encontraban pasando una tarde fantástica, los niños se bañaban felices, saltando y salpicando en el agua. Lindsay se encontraba en el borde de la piscina a un metro de Ronin, observándolo mientras jugaba sentado en escalón de la piscina.

En un minuto dejó de observar a Ronin para decirle algo a su cuñada, no habrán sido más de 5 segundos… Al volver a girar vio que Ronin ya no estaba. El pánico y miedo maternal se apoderó de ella, comenzó a buscarlo por toda la piscina, hasta que lo encontró al fondo entre medio de los chorros. Lo sacó tan rápido como pudo, Roni expulsó el agua tragada y parecía estar en perfecto estado, aunque un poco cansado.

Al llegar a su casa después de la fiesta, Lindsay se dio cuenta que su hijo no actuaba con normalidad. Tosía de forma extraña y se ponía tenso cada vez que hacía un esfuerzo, por esta razón Lindsay decidió llamar a su pediatra y dejarle un breve mensaje explicándole la situación. En unos minutos le devolvió la llamada:

“La pediatra de Ronin suele ser bastante tranquila. La mayoría de las veces cuando la llamo por una emergencia, me calma, dice que todo va a ir bien y me da una lista de síntomas para observar y que si mis hijos empeoran los lleve a la consulta. Esta vez fue distinto. Su voz era muy seria y me dijo que debía llevar a Ronin INMEDIATAMENTE a urgencias porque podría estar sufriendo un ahogamiento secundario”

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Es así como Lindsay llevó rápidamente a Ronin al hospital. Se llegó a un diagnóstico bastante alarmante, las siguientes horas serían decisivas. Ronin se encontraba sufriendo ahogamiento secundario y debían trasladarlo a un hospital pediátrico de urgencia,  pues podía morir de asfixia en unos pocos segundos.

De camino al hospital, Lindsay veía como los niveles de oxígeno de su hijo comenzaban a caer, y ella entraba en estado de pánico. Cuando llegaron al hospital, un equipo de 4 enfermeras y un especialista en pediatría los estaba esperando, lo llevaron a una pieza para hacerle unos cuantos exámenes y estabilizarlo.

Solo quedaba esperar. Afortunadamente, y después de una interminable espera, Roni despertó, encontrándose fuera de peligro.

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El ahogamiento secundario es un rara enfermedad que afecta a aproximadamente el 5% de los niños. Este se produce cuando los niños han aspirado una pequeña cantidad de agua que no han podido expulsar. Los productos químicos del agua pueden llegar a producir que los alveolos pulmonares se queden siempre en posición abierta, reduciendo la oxigenación de la sangre. Esto puede producir que el cuerpo, como mecanismo de defensa, envíe fluidos para ayudar a que el pulmón funcione bien. Los líquidos inundan el pulmón y se produce el ahogamiento.

En caso de que tu hijo sufra un episodio de ahogamiento secundario, lo mejor es que lo lleves al hospital más cercano con urgencia. 

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