Por Ignacio Mardones
7 abril, 2015

148 estudiantes brutalmente asesinados y nadie dice nada al respecto.

El pasado 2 de abril, un comando de la agrupación yihhadista Al Shabab asesinó a 148 estudiantes de la Universidad de Garissa. Lo que hicieron fue separar a los musulmanes de los cristianos, dando muerte a estos últimos. Luego de la matanza, hubo un bombardeo de respuesta por parte del gobierno contra ciertos puntos estratégicos dominados por Al Shabab en el sur de Somalia. El presidente de Kenia, Uhuru Kenyatta, declaró tres días de luto nacional.

La noticia me puso a reflexionar. Y es que no puede decirse que no haya tenido cobertura, pero si uno analiza los medios de prensa y las redes sociales, claramente hay una desproporción entre el caso de la masacre en Kenia y, por ejemplo, la tragedia de Charlie Hebdo o Germanwings, por nombrar dos de los sucesos más recientes. ¿Qué nos hace pensar esto? Para el mundo occidental, ¿es igual de lamentable la muerte de un francés, inglés o alemán con respecto a la de un joven estudiante africano?

No estoy del todo seguro.

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Lo extraño es que en este mundo globalizado todo nos llega por medio de una pantalla o un papel. Los medios masivos de comunicación son nuestra principal, y casi única, fuente, y son, además, quienes discriminan información. Ciertas noticias nos parecen más cercanas que otras, nos afectan más que otras, por una especie de proximidad falsa, generada por los medios. Porque en realidad, estás jóvenes víctimas de Kenia están prácticamente tan lejos como las víctimas de Germanwings, Hebdo o alguna otra tragedia en los Estados Unidos.

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Valoramos a las personas según cómo las vemos. Y para muchos consumidores de medios de comunicación masiva, un africano es alguien que está acostumbrado al sufrimiento. Casi podríamos decir que su dolor los mantiene entrenados, los hace duros de carne, pero humildes de espíritu… Y esa es una forma de pensar peligrosa, puesto que nos puede llevar a conclusiones tan terribles como estas: ¿las tragedias son buenas para ellos porque hacen que conserven su salvajismo natural? ¿Nos cuesta menos reconocer en ellos el dolor que en un occidental promedio? Yo espero que no. Espero que todo esto sea un problema de comunicación.

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Hoy en día, ver a europeos sufriendo llama más la atención que ver a africanos sufriendo, porque a ellos los hemos visto interpretar mil veces el mismo papel. En el cine, en la literatura, en la televisión… Y lo que buscan los medios es “entretenimiento emocional”. Un interés frívolo, que busca el impacto y la novedad.

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Y es terrible, pero también real. Las historias de masacres y atentados se transforman en mercancía, que puede ser vendida como información dura y como espectáculo. Nadie dice que los consumidores de esas noticias sean malvados, y tampoco digo que uno no debería entristecerse por la tragedia ocurrida en Francia o por la del avión alemán… Pero sí creo que, hoy más que nunca, es necesario superar la barrera del interés frívolo. No diferenciar a un ser que siente de otro ser que siente, porque si empiezan las discriminaciones al tener compasión por otro ¿dónde pondríamos un alto a nuestras preferencias?

¿Cómo podría ser real esa empatía si la hemos moldeado a gusto?