Algunas son simplemente escalofriantes.
El West Riding Lunatic Asylum abrió sus puertas en 1818 y las cerró, afortunadamente para algunos, en 1995. Fue uno de los principales centros para enfermos mentales en Inglaterra, y albergó a cientos de pacientes. Algunos de ellos fueron inmortalizados en estas fotos:
En esta época, comenzó la época de encierro, en los asilos y los hospitales generales. Los médicos contaban con pocos conocimientos acerca de la locura, por lo que los espacios eran compartidos por delincuentes, desertores, prostitutas, y borrachos… Además, no era extraño que ciertos prisioneros fuesen tratados como dementes. Y si bien en la actualidad mucho delincuentes son aún considerados inadaptados, esto va más ligado a un desorden o trauma psicológico que a una enfermedad incurable.
Este paciente sufría aparentemente una demencia permanente. Hoy, podría pensarse que esta persona sufría de catatonia; un estado físico y psicológico que se caracteriza por el desvarío, la poca coherencia, y las anormalidades en los movimientos físicos. El padecimiento puede durar desde unas horas hasta meses.
Esta mujer fue diagnosticada con Parálisis general del demente. Se cree en la actualidad que el diagnóstico se refiere a la neuro-sífilis, una infección del cerebro o de la médula espinal que ocurre por lo general en personas que han tenido sífilis sin tratamiento durante muchos años. Sus síntomas incluyen: disminución de la capacidad de hablar, de discernir y de calcular, pérdida de la memoria a largo y corto plazo, cambios de personalidad (como delirios, alucinaciones, irritabilidad y comportamiento inapropiado) y convulsiones.
A ella le diagnosticaron una “monomanía de orgullo”, rasgo de la personalidad que hoy definiríamos como delirio de grandeza: enfermedad psicológica, de la rama de la paranoia, que consiste en creerse falsamente un personaje poderoso o importante y comportarse como tal. Suelen sucumbir a este tipo de delirio las personas con baja autoestima que necesitan creerse en una situación personal mucho mejor de la que se encuentran para poder soportar la vida.
Y esta último sufriría de “melancolía aguda”, un diagnóstico que, en realidad, no nos habla de locura, sino más bien de una persona que sufre de depresión; estado anímico en el cual los sentimientos de tristeza, pérdida, ira o frustración interfieren con la vida diaria durante un período de algunas semanas o más.