Si sufres de vértigo, mejor no las veas.
Los fotógrafos rusos Vitali Raskalovym y Vadim Mahora han tomado estas increíbles fotografías en algunos de los lugares más reconocidos del mundo. Ellos arriesgan su vida para conseguir ángulos nunca antes vistos, incluso rompen la ley con tal de lograr sus metas.
La manera cómo logran entrar a zonas prohibidas es bastante simple, tan solo hacen el recorrido habitual y, cuando nadie les toma atención, se infiltran por pasadizos o escaleras y deambulan libremente por los recintos. La calidad de las imágenes es innegable y uno termina agradeciendo su osadía luego de ver estos asombrosos resultados:
Esta es la catedral de Cologne, en Alemania, la cual es declarada patrimonio nacional. Esto no les importó, ellos simplemente se desviaron del recorrido, escalaron algunas cuantas torres y se tomaron fotografías.
Y la escalada no fue nada de segura, subieron por andamios y otras estructuras hasta llegar tan alto como se ve en la imagen superior.
Los tejados cercanos a la torre Eiffel les dieron unas alucinantes perspectivas, eso sí, mejor que nadie los atrape por esos lugares.
Aquí cuelgan los pies de uno de los muchachos desde la torre. Obviamente ninguno de ellos tiene vértigo, sino sería imposible que hicieran lo que hacen y vivieran las aventuras que viven.
Las fotografías que más les han dado fama son la de las pirámides de Giza, en Egipto. Para ser capaces de tomarlas, tuvieron que estar escondidos por 4 horas luego de que cerraran los tour y así burlar a los guardias.
De haberlos atrapado cometiendo este delito, podrían haber sido encarcelados por nada menos que 3 años.
La torre de Shangai fue una de sus conquistas más sorprendentes, ésta tiene 650 metros y los jóvenes salieron del recinto permitido para los turistas con tal de tomar algunas de las imágenes más atrevidas de todo su repertorio.
Fueron aproximadamente 20 horas las que demoraron en acceder a la torre, primero subieron por la grúa y luego esperaron a que la luz y la niebla hicieran su juego, todo para capturar este precioso instante en donde el Shangai World Financial Center y la Torre de Jin Mao aparecen solitarias en un paisaje mágico.
Aquí se pueden ver las dos torres desde una posición más lejana, pero que captura la dimensión real de las estructuras.
La iglesia de La Sagrada Familia diseñada por Antoni Gaudí se aprecia en esta fotografía desde el lente de los jóvenes rusos. Sin duda es un ángulo maravilloso que logra resaltar la construcción en medio de la ciudad de Barcelona.
Aquí otra vista que causa mucho más vértigo…
En esta imagen se aprecia una vista inigualable de la catedral de Notre Dame en París. Para eso subieron 400 escalones y luego se desligaron de los guías y siguieron su camino propio. Trepar esos techos seguramente no fue anda fácil.
Esta fotografía es diferente a las demás, en esta ocasión ellos no escalaron, sino que descendieron a los túneles del metro subterráneo de Estocolmo. Las luces de los vagones en movimiento crean un alucinante espectáculo visual.
Estos pies rusos cuelgan de uno de los puentes más altos del mundo, nada menos que el Akashi Kaikyo, localizado en Osaka, Japón. Éste cuenta con 298 metros de altura y además de su altura, su longitud también es muy considerable.
Cuando fueron a París también aprovecharon de visitar la Basílica de Sacré Coeur de Montmartre. Ésta tiene 400 metros de altura y los muchachos subieron lo máximo que pudieron “legalmente” para después traspasar las barreras y dar un recorrido sin las distracciones turísticas.
Este ángulo del Palacio de la Cultura y la Ciencia de Varsovia, Polonia, existe hoy gracias a otra hazaña de los jóvenes, quienes esquivaron guardias y se escondieron en un edificio aledaño para capturar esta increíble fotografía.
En Praga, la dupla retrató la Catedral de San Vito, sin embargo, aquella vez un guardia los atrapó justo cuando infringían las normas. Por fortuna, los dejó irse sin ningún castigo, ya que seguramente fingieron ser turistas entusiasmados y nada más que eso.
El ayuntamiento de Estocolmo es donde se celebra la ceremonia del Premio Nobel cada año, y aquí aparece en la fotografía uno de nuestros intrépidos personajes que, trepando uno de los edificios frente al río, está calmado mientras retrata el establecimiento.
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