Los gourmets de ayer son los foodies de hoy

Estos son sus únicos amores: comer y beber.

Para quienes aún no conozcan el término foodie, ésta es la palabra inglesa que se utiliza para aquellos amantes de la comida y la bebida, o mejor dicho, a una clase particular de amantes, ya que son verdaderos aficionados a la cocina sin distinción de marca, renombre o precio. Su vida gira en torno a libros, fotos, recetas y lugares de comida o, incluso, simplemente a comer y beber sin romper un solo huevo.

En estos tiempos, las personas publican constantemente en internet artículos sobre qué han probado durante el día o la semana. Se han convertido en verdaderos opinólogos del arte culinario, dejando comentarios sobre sabores, texturas, colores, presentación, y un sin fin de otros aspectos.

Ahora, juntarse a comer con otras personas es el propósito por el cual muchos se encuentran. Y, todos ellos son capaces de distinguir de algo que está bien hecho a algo que no lo está. Se han instruido casi tanto como un chef, y pueden saber si una carne está en su punto o se ha pasado sin necesidad de tomar cursos de cocina de por medio. Y si lo hacen, no necesariamente será para trabajar de ello, sino que pueden ir a un curso de chocolatería avanzada solo para estar cerca de su gran pasión.

Han ocupado un lugar tan vistoso e importante en las redes sociales, que cada vez podemos ver más fotos de alimentos tentadores en Pinterest o en Instagram, en donde incluso, como si se tratase de una foto con amigos, se le aplican filtros para que ese cupcake que ya se veía tentador se vuelva absolutamente irresistible.

Tanto conocimiento han adquirido los foodies en estos días, que cada vez se hace más difícil diferenciarlos de los considerados gourmets. De aquellas personas de muchísimos conocimientos culinarios, adoradores de comidas caras y exquisitas y admiradores de profesionales de altísimo renombre.

Podría decirse que en lo único que se diferencian los unos de los otros, es que el foodie puede comer contento una hamburguesa cualquiera siempre que se vea apetitosa, mientras que el gourmet esperará que ésta sea de excelente calidad, con ingredientes seleccionados y tal vez con un nombre extraño. Pero ojo con esto, porque el foodie es capaz de gastar el mismo dinero si realmente tiene el deseo de probar el costado caro de una hamburguesa.

Definitivamente, hoy en día los foodies se han convertido en una tribu urbana de las más importantes a nivel social. Han modificado los estándares alimentarios, abierto el paladar al resto del mundo (algo que no causa mucha gracia entre el ámbito gourmet) y generado ideas nuevas y sorprendentes en base a sus únicos amores: comer y beber.

Y no podemos quejarnos, de hecho ¿por qué lo haríamos? Seamos sinceros, ¿quién podría quejarse de ver fotos tan tentadoras en la web, si luego nos regalan la receta para que practiquemos en nuestras casas?