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Tu opinión sobre las escalas largas cambiará después de leer esta entretenida anécdota.
Cuando empecé a entrar al extraño mundo de los viajes aéreos, mis opciones no eran muchas, ya que debía elegir entre lo más barato que se me pusiera enfrente. Y definitivamente los vuelos con escalas eran los más baratos ¡No tenía opción! Cuando llegó el momento de elegir, opté por uno que tenía una escala de un día entero. Tomé el riesgo y esperé un día completo dentro del aeropuerto, ya que en mi presupuesto no entraba el dinero extra como para salir y pagar taxi, hotel y comida. Así que me quedé ahí.
Cuando vi unas bancas, me puse cómodo y empecé a usar mi laptop con el Wi-Fi gratis del aeropuerto (la mayoría tiene este servicio o debes ver un par de videos de patrocinadores primero). Luego, una mujer de ojos rasgados se sentó a mi lado e hizo lo mismo que yo. Al rato, llegó un señor blanco que se ubicó al lado opuesto de la señora. Finalmente, me aburrí de utilizar mi computadora, así que la cerré y observé a mi alrededor. Las expresiones de las dos personas me daban a entender lo aburridos que estaban, así que para animar la cosa un rato les intenté sacar un par de palabras.
Cuando miré mi reloj me di cuenta que habían pasado 3 horas desde que comenzamos a hablar. Aquella fue una de las conversaciones más interesantes que he tenido en mi vida. La mujer era una empresaria de Mongolia que estaba de vacaciones, pero como su vuelo se retraso tuvo que pasar la noche en el aeropuerto. El señor era un cantante español que visitaba a sus familiares en el extranjero. No se pueden imaginar la cantidad de cosas que aprendí sobre las diferentes personalidades y culturas de cada uno.
Ya entrando la media noche debimos acostarnos en el piso del aeropuerto, porque las bancas no eran muy cómodas después de tantas horas sentados. No dormí esa noche, pero no cambiaría nunca ese día. Además de un café gratis, esas 24 horas hice amigos que dejaron la puerta de sus casas abiertas para cuando quiera ir a visitarlos, ya sea en Mongolia o España.
La segunda vez que tuve una escala tan larga fue un poco más saludable, gracias a que hice planes con anticipación y en internet encontré una posada. Aquí hay muchas camas en un solo cuarto que son muy baratas comparadas con los hoteles de lujo que, desde mi punto de vista, son innecesarios si lo que quieres es aventura.
Además, organicé el trayecto en bus desde el aeropuerto hasta la posada, el cual es mucho más barato que un taxi, y sólo caminé un par de minutos.
La posada estaba en un lugar demasiado costoso comparado con el precio que pagué. Cerca del lugar había un restaurante-bar-karaoke ¡Y vaya cómo disfruté esa noche! Yo viajaba solo, pero encontré un grupo de amigos para salir, quienes -para mi sorpresa- también estaban buscando pasar la velada con nuevas personas.
No fue nada difícil acercarme a esos 10 aventureros como yo, ya que el idioma fue lo que menos importó esa noche. Comimos, cantamos, bebimos y disfrutamos como nunca. Éramos como un grupo de niños caminando por lugares desconocidos. Argentinos, chilenos, mexicanos, hondureños, españoles, estadounidenses, canadienses y alemanes, todos reunidos por el destino en un mismo lugar.
Al día siguiente llegué a mi destino esperando hacer una escala larga nuevamente. No me sorprendió que de ahora en adelante, lo que más ansío de los viajes sean esas escalas tan únicas.
Imágenes de WeHeartIt.