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¿Nos adaptamos?
“El problema es que pensamos demasiado en lo que pasó y en lo que pasará, cuando lo importante es lo que está pasando“, anónimo.
Hay muchos tipos de viajero (tema del cual ya hablaré en otro momento) y seas del tipo que seas, siempre tendrás aunque sea un poco organizado tu viaje: los días, las rutas y lo que no quieres dejar de visitar, entre otros. Pero luego surgen los imprevistos, los cambios climatológicos, los vuelos retrasados, las pérdidas, etc.
En un artículo anterior, hablé de ser flexible a la hora de planificar el viaje. Por ejemplo, si tenías pensado probar tres restaurantes distintos, pero quieres volver al mismo del día anterior, ¿por qué no hacerlo? Lo mismo sucede con las playas; si querías visitar dos balnearios paradisíacos, pero te gustó tanto el primero que realmente no te quieres ir de ahí, ¿por qué no hacerlo?
Recuerda que si no alcanzas a verlo todo (y probablemente no lo hagas), siempre tendrás otro motivo para regresar.
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Yo era de las se enfadaba cuando de pronto se ponía a llover o me perdía, ya que me fastidiaba el día y desmontaba mis planes. Con el tiempo aprendí que esta reacción sólo me hacía perder el tiempo y gastar energía. De hecho, ahora sólo veo dos opciones si de pronto cae el diluvio universal: cambiar de planes o aprender a caminar bajo la lluvia. Creo que está de más decir que no hacer nada por culpa de un cambio climatológico NO es una opción.
Aprendí a planear mis rutas incluyendo el tiempo que estaré perdida buscando el hotel, la ciudad o el templo que quiero visitar. Cuando esto ocurre nuevamente veo dos opciones: observar el sitio en el que he aparecido, ya que quizás no era un lugar que entraba en mis planes y resulta que es digno de ser visitado; o detenerme, preguntar y continuar mi ruta. Ahora enfadarme por estar perdida en un lugar que no conozco, no entra en mis planes de viaje.
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En un viaje y en la vida, hay que disfrutar cada momento aunque no sea lo que esperábamos. Por esta razón, debes intentar salir de aquellas situaciones incómodas e inesperadas de la mejor manera posible, y hacer que esa vivencia sirva como una experiencia más y se convierta en una anécdota que merezca la pena recordar.
Dicen que el ser humano tiene la capacidad de adaptarse, así que ante cualquier cambio inesperado deberíamos poder hacerlo y salir airosos de la situación.
Como siempre digo, viajar se aprende viaje tras viaje. Y si bien hay cosas que no dependen de nosotros, sí depende de nosotros como las vivimos.