Pamela Martínez / La Brújula
Conoce continentes, gastando incluso menos que en casa.
Cada vez que me voy de casa, muchas personas me escriben para preguntarme: “¿Cómo viajas tanto? ¿Eres millonaria? ¿Recibiste una herencia? ¿Acaso te ganaste la lotería?”. En fin, todas las preguntas conducen a esta gran interrogante: ¿Cómo llevar una vida de viajes sin ser millonaria o estrella de rock?
Yo no soy adinerada y tampoco una celebridad. No tengo un padre millonario y nadie me ha regalado dólares para viajar. Sin embargo, cada uno tiene prioridades distintas, así que mientras algunos compran el automóvil último modelo, la ropa de moda y el nuevo iPhone, yo ahorro para los viajes.
Nací con un mapa tatuado en el corazón, unas ganas locas de descubrir lo desconocido y un GPS que me guía a todas partes. Desde que tengo uso de razón quiero ver el mundo, conocer y aprender de otras culturas. Tengo una cabeza llena de preguntas que nunca resolví en la escuela, así que mi curiosidad me llevó a explorar el mundo en búsqueda de respuestas.
Antes de comenzar mis aventuras, yo también tuve muchas de las preguntas que me hacen hoy: “¿Cómo lo hago?”. Pero no es hasta que uno lo intenta y lo vive, que siempre pensamos que viajar es un lujo para gente con mucho dinero. En general, esto sucede porque se toma como parámetro la estadía familiar en un all inclusive o la aventura europea de la amiga de tu mamá donde gastó millones de euros. Pero si tú lo deseas, esto no tiene por qué ser así.
Entonces, partamos por lo básico: ¿Qué es viajar para ti? Es decir, si quieres tener la misma comodidad que en tu casa, alojarte en un resort con todo incluido, pagar costosos paquetes turísticos, comer en restaurantes y pasar tardes completas comprando; lo más probable es que sí, viajar es un lujo reservado para quienes tienen ahorros o no les importa endeudarse por 10 años. Sin embargo, yo siento que mientras más dinero tengas, más necesidades inventas. Así se pierde la perspectiva del valor real de las cosas.
1. Antes del viaje
Pamela Martínez / La Brújula
Necesitas tener muchas ganas y estar dispuesto a todo. Desde que tomaste la decisión y diste el “VAMOS”, comienza un plan de ahorro que no todos están dispuestos a seguir. Por ejemplo, despídete de las cenas fuera de casa y de ese lindo vestido en vitrina, pero dale la bienvenida a las horas extras en el trabajo, a memorizar rutas y a largas noches organizando viajes por tu cuenta.
Otro punto importante a tener en cuenta, es que la diferencia entre un viaje de 2 semanas y 2 meses al Sudeste Asiático puede que no sea tan grande como creías. Un viaje largo y lento es más barato que uno corto y rápido.
Si compras pasajes con tiempo, si vuelas un martes o miércoles, si pasas navidad o año nuevo en el avión y si no eliges la temporada alta, puedes terminar pagando un tercio menos que el precio original.
No todos se atreven a dejar los lujos a un lado y ahorrar para el viaje de sus vidas. Seguramente no todos “quisieran vivir como yo” si supieran que para financiar mis viajes tuve que vender mi automóvil, renunciar al único trabajo estable que he tenido en mi vida, vender bolsas de ropa usada con mis amigas y dejar mi apartamento para dormir en el negocio de mi esposo.
Si antes de ser padre, viajaste como turista te darás cuenta que vacacionar con hijos es demasiado caro. Sin embargo, si siempre fuiste viajero, tus hijos jamás serán una razón para dejar de hacer lo que amas. Un viajero lleva sus zapatillas hasta que se rompan, ya que se las ingenia para gastar lo menos posible y mantenerse durante más tiempo en la ruta. Yo creo que viajar es sinónimo de aprendizaje porque te entrega valores que una escuela no te enseña. Por esta razón, para mí es muy importante que mis futuros hijos sí viajen.
2. Durante el viaje
Pamela Martínez / La Brújula
Los gastos principales mientras viajamos son alojamiento, comida y transporte. También están los “gastos extra”, donde debes considerar imprevistos, visados, vacunas (si las necesitas), artículos de aseo (que se acaban en el camino) o ropa que necesites comprar.
Sobre el alojamiento, hoy existen redes de viajeros que reciben a otros viajeros en sus casas como Couchsurfing. Mi segundo viaje por Europa no hubiese sido posible sin este maravilloso sistema. Es un intercambio cultural muy enriquecedor donde vives un par de días con gente local que abre las puertas de sus casas para ti. De esta manera, te empapas de sus costumbres y recibes recomendaciones que no aparecen en ninguna guía turística. Lo mejor de todo: no hay intercambio monetario de por medio.
Si esto no es tu estilo, siempre podrás optar por hostales que son ideales para quienes viajan solos. No pagas por la habitación, sino por una cama dentro de un dormitorio que compartes con otros viajeros de todas partes del mundo. Pero si esta idea tampoco te gusta, en Airbnb puedes rentar apartamentos. Lo mejor es que pueden repartir gastos si son varias personas viajando, esto termina siendo mucho más conveniente que pagar por una noche en un hotel. Finalmente, acampar siempre será la opción más económica. Muchos viajeros incluso le preguntan a los dueños de casas si pueden poner una tienda de campaña en su jardín. Y es que, ¿para qué pagar por un hotel 5 estrellas, si puedes tener millones sobre tu cabeza?
Sobre la comida, siempre tendrás cientos de opciones como ir a restaurantes, puestos de comida en la calle o cocinar en tu hostal/casa de quienes te reciban. Creo que está de más explicar que si eliges restaurantes, invertirás gran parte de tu presupuesto.
Seguramente ya te estarás cuestionando si la comida de la calle es confiable, pero la única forma de averiguarlo -además de tu intuición- es observando. Si el puesto está lleno de gente lugareña, significa que es bueno y barato. Otro punto a favor es que el chef está justo frente a ti y puedes ver si sus manos están limpias o con guantes. Por esta razón, en India evité comer en la calle, ya que las manos sucias con uñas largas y aceite de dudosa reputación, no me dieron mucha confianza.
3. Transporte
Pamela Martínez / La Brújula
En este punto puedes gastar/ahorrar tanto como tú desees. Es decir, puedes pasar desde hacer autostop hasta pagar por primera clase en la aerolínea más lujosa que encuentres. Pero no te asustes, la mayoría opta por términos medios como buses, trenes o transporte público. Por esta razón, el presupuesto destinado a transporte siempre es muy relativo dependiendo de la forma en que viajes.
Si quieres gastar lo menos posible debes hacer un poco de esfuerzo como caminar distancias considerables con la mochila al hombro (otro punto más para viajar con equipaje ligero), no tomar taxis a la salida del aeropuerto y preferir el transporte público. También deberás regatear y hasta pelear por un buen precio. Si quieres comodidad y una solución rápida, probablemente prefieras otro tipo de transporte que cueste más dólares, pero te advierto que el nivel de adrenalina y el “factor sorpresa” bajan considerablemente.
Hay otro tipo de viajeros que para mantenerse durante años en la ruta, deciden hacer voluntariados o sacar Visas Working Holiday para irse por largo períodos de tiempo, ahorrar y continuar viajando (de hecho, esa fue mi experiencia de un año en Canadá). También existe otros tipo de trotamundos que se instala durante una temporada a cuidar casas increíbles, mientras se quedan y alimentan ahí. Esto es conocido como Housesitting (y también existe el Petsitting para cuidar mascotas). Estas son algunas páginas para inscribirse: Trusted Housesitters, Mind My House y Luxury Housesitting.
Otra opción es hacer Woofing, que consiste en trabajar en granjas a cambio de alojamiento y comida.
4. Después del viaje
Pamela Martínez / La Brújula
Debes cumplir el desafío de volver sin deudas. Es decir, el viaje se paga durante el viaje, no después. Si bien esto implica poner a prueba nuestra creatividad y capacidad de adaptación, la idea es adaptarse al presupuesto con el que se cuenta y no gastar de más. ¡Olvídate de la idea de pagar más adelante la tarjeta de crédito! Estar pagando hasta 6 meses después de la gran aventura te quita 6 meses de ahorro para un próximo viaje.
Como puedes ver, para viajar sólo hace falta tener ganas y voluntad. Si no hay dinero suficiente, pero viajar está dentro de tus prioridades, la falta de dinero jamás será una excusa para no hacerlo.
Y recuerda que para un viajero, un día de ahorro en el presente, es un día de viaje en el futuro…