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No es fácil, pero vale la pena.
Siempre hablo según mis vivencias y en esta ocasión no haré ninguna excepción, porque -aunque nadie me crea- hay cosas de viajar que no me gustan (o que me gustan menos, mejor dicho). Por esta razón, a continuación te contaré 10 de esas cosas:
1. La tediosa tarea de armar mi equipaje
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¡Odio organizar la maleta! Es decir, me encanta hacerla porque significa que un viaje está a punto de empezar, pero me da mucho dolor de cabeza. Yo soy de las que empieza a armarla un día antes, pero llevo semanas pensando qué llevaré. Luego la hago y deshago mil veces: quito y pongo cosas, la peso y la mido. Finalmente, termino agotada. A todo este esfuerzo físico, le añado mis temores de que quizás pese demasiado, la pierdan, la abran o no quepa en la cabina.
2. El horrible insomnio de la noche anterior
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El día antes de un viaje es imposible que duerma, pero no sólo por los nervios del viaje en sí (que es una sensación muy emocionante), sino que también por miedo a perder el avión, dejar la documentación en casa u olvidar empacar algo esencial.
Y si no tengo bastante con mantenerme despierta casi toda la noche antes de partir, tampoco soy capaz de dormir durante el viaje. No hay manera que duerma en un avión, tren o coche. Quizás descanso diez minutos con mucha suerte y me da rabia ver a todo el mundo a mi alrededor durmiendo como bebes, mientras que yo tengo los ojos como platos.
3. No comer tanto chocolate como me gustaría
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Puedo pasar días sin dormir, ¿pero sin comer chocolate? Lamentablemente no siempre es fácil ni barato conseguirlo, como si se tratara de una sustancia ilegal.
4. “Descansar” mi cabeza en almohadas incómodas
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Las hay planas como una hoja, duras como una piedra o tan altas que parece que estás en una cama de hospital. Pero la estrella es la almohada única en una cama para compartir entre dos (por suerte esto último pasa cada vez menos).
5. Seis letras: Jet Lag
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Para mí, el jet lag empieza antes del viaje porque apenas duermo la noche anterior. Entonces llega un momento en que la desorientación llega a tal punto que me cuesta diferenciar entre el día o la noche, y no sé si adelantar o retrasar la hora en el reloj. Por si esto fuera poco, los primeros días me empeño en saber continuamente qué hora es en mi país. Y cuando regreso a España, puedo estar días durmiendo o todo lo contrario.
6. La molestosa barrera del idioma
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Siempre pienso que si pudiera tener un súper poder sería hablar en todos los idiomas del mundo: griego, maltés, vietnamita, etc. La barrera del idioma es un gran inconveniente cuando viajo, ya que muchas veces me encantaría preguntar millones de cosas y conversar con la gente, pero lamentablemente no todos hablan inglés o español. Es cierto que con un gesto, mirada o sonrisa te puedes dar a entender en todos lados, pero si pudiera hablar cualquier lengua sería mucho más fácil.
7. El complicado cambio de moneda
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Para mí esto es un lío enorme y debo andar con la calculadora todo el día, ya que no hay manera de que lo haga mentalmente. Cuando estoy regateando en una tienda en la otra punta del mundo, no puedo detenerme a pensar y hacer cálculos en mi cabeza. Nunca sé a cuánto corresponde el cambio exactamente.
8. Las horas dentro del avión
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No, no me gusta viajar en avión. De hecho, me parece incómodo, ruidoso y aburrido. Nada más que decir.
9. Contar los días hasta que me vaya de viaje
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Esperar a que llegue la fecha de la aventura, esperar a embarcar y esperar a llegar es lo peor que me puede pasar. Llevo muy mal esta parte de los viajes.
10. La parte más difícil es regresar a casa
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Lo que menos me gusta es la VUELTA. La sensación de que ya se acaba. No obstante, la ventaja de regresar de un viaje es que empiezas a pensar en el siguiente.
¿Qué es lo que menos te gusta de viajar?