Por Romina Bevilacqua
13 febrero, 2015

Cada vez que comes esas deliciosas galletas de chocolate, suceden algo impactante en tu cerebro.

En la izquierda puedes ver lo que le pasa a tu cerebro con el azúcar. A la derecha puedes ver una imagen de cómo reacciona el cerebro con las drogas. ¿Notas la similitud? En esta comparación se muestran escáneres cerebrales del cerebro de un obeso y de un adicto a la cocaína.

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Si seguimos con las comparaciones, aquí se puede ver que el cerebro normal tiene mucho más rojo que los demás, esa es la dopamina. Este químico se produce en la parte del cerebro que se asocia con las recompensas. Cuando alguien experimenta una recompensa, por ejemplo al comer una comida muy deliciosa, sus niveles de dopamina aumentan. Para los adictos es al revés: El alza de la dopamina aparece antes de la recompensa, en vez de durante la recompensa en sí misma. Más tarde, una vez que se consigue la recompensa los efectos bajan debido a que el cerebro está lleno de dopamina al pensar en comer.

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Miremos otro ejemplo. Este escáner cerebral muestra las diferencias químicas que se presentan entre los cerebros de un adicto y una persona normal. Las imágenes de la fila de más abajo son de personas comunes y corrientes, las imágenes de la fila superior son de pacientes que sufren de adicciones. Estos escáneres cerebrales muestran que los adictos tienen menos receptores de dopamina en sus cerebros, por lo tanto las señales de dopamina que se envían entre las células son más débiles.

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¿La conclusión? Los investigadores descubrieron que el azúcar provoca exactamente lo mismo en tu cerebro que los cigarrillos, el alcohol y la cocaína hacen al cerebro de un adicto. Esto se relaciona con los descubrimientos de otro estudio realizado por la Universidad de Connecticut donde se encontró que las ratas de un laboratorio se volvían adictas a las Oreo –galletas ricas en azúcares y grasas– de la misma forma en la que una rata se vuelve adicta a la cocaína e incluso más. “Nuestra investigación apoya la teoría de que los alimentos con altos contenidos de grasa y azúcar estimulan el cerebro de la misma forma que lo hacen las drogas”,¡ comentó Joseph Schroeder, director del programa de Neurociencia del Comportamiento de la universidad. “Podría explicar por qué algunas personas no pueden resistirse a estos alimentos a pesar de que saben que son malos para ellos”.

El estudiante Jamie Honohan, quien contribuyó al estudio, añadió que “A pesar de que consumir drogas como la cocaína y la morfina se asocia a grandes daños a la salud, los alimentos altos en grasas y azúcares podrían ser un peligro aún mayor debido a lo fácil que es acceder a ellos y comprarlos”. Así que básicamente, podríamos decir que las Oreo son una droga.

Afortunadamente, existen pasos que puedes tomar para limitar tu consumo de azúcar, incluso si la gran cantidad de alimentos azucarados presentes en el mercado hacen que sea casi imposible dejar de consumirla completamente. Brian Wansink y sus colegas de la Universidad de Illinois, descubrieron que la disminución de la visibilidad y la conveniencia ayudaba a los participantes a consumir menos chocolate. Ponerlo dentro de un cajón, por ejemplo, disminuía su consumo en un tercio. Estos y otros descubrimientos sobre la visibilidad y la poca dificultad para acceder a estos alimentos tienen implicaciones importantes con las políticas públicas, tales como eliminar los dulces y la comida chatarra de las máquinas de los colegios. Puede que sean pasos pequeños, pero son algo. Y si es que los números sirven para demostrar que debe hacerse algún tipo de cambio, algo es mejor que nada.

Visto en: Science.mic

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