Por Romina Bevilacqua
14 enero, 2015

Al producir biodiesel uno de los problemas que enfrentan los científicos es que los cultivos contienen mucha agua y pocos organismos productores. Pero ahora este problema podría tener solución. Según los expertos de la Universidad de Almería, quienes han patentado la revolucionaria técnica, al eliminar el volumen de agua hasta que los microorganismos se sequen, se facilita el trabajo en las fases posteriores del proceso. Pero eso no es todo, también al haber una mayor concentración de microalgas –y a la vez una menor cantidad de materia a procesar– disminuyen los gastos de energía y de equipos utilizados.

La técnica de desecar o deshidratar microalgas supone una alternativa a la centrifugación, que es el proceso habitual de deshidratación, uno de cuyos principales inconvenientes es el consumo de energía. “Es un hecho que la centrifugación supone un gasto energético superior al que genera el propio biodiésel, por lo que no es una solución viable. Además, es un contrasentido que para producir energía limpia estemos utilizando otras convencionales, no tan ecológicas”, explica Tania Mazzuca, investigadora principal de este proyecto, de la Universidad de Almería.

Para demostrar la efectividad de este método, los científicos realizaron una serie de ensayos donde constataron que más de un tercio del medio de cultivo era eliminado en la primera hora del proceso. Tras dos horas, la reducción era del 55% al 65%. Para funcionar, el procedimiento se basa en un proceso natural: la ósmosis. Para que ésta se lleve a cabo se necesitan dos líquidos de distinta concentración y una membrana semipermeable, una especie de bolsa transparente con microporos que, como si fuese un colador, deja pasar el agua pero no las microalgas.

¿Cómo funciona el proceso?

microalgas

Como el líquido que quieren eliminar es el agua del cultivo que tiene poca densidad, necesitan de un segundo líquido más concentrado que atraiga al primero hasta que sus niveles de concentración se equilibren. El líquido utilizado para realizar esta función de atracción es el glicerol, uno de los residuos que se obtienen en la producción de biodiesel. El uso del glicerol o glicerina supone una ventaja añadida a la metodología patentada. “El aceite que se extrae de las microalgas hay que hacerlo reaccionar para convertirlo en biocombustible. En este proceso, se generan subproductos como el glicerol crudo, mezclado con impurezas, que no es válido para otras industrias como la alimentaria o la farmacéutica”, señala la experta.

Así es como, con la utilización del residuo, los investigadores mejoran la sostenibilidad del proceso de producción de biodiesel y reducen sus costos, ya que el glicerol les permite poner en práctica una técnica de secado que reemplaza a otras que consumen más energía. Por otra parte, la glicerina es válida para deshidratar microalgas que hayan sido cultivadas tanto en agua dulce como marina o hipersalina, que tiene el doble de concentración de sal que el mar.

Visto en: Europapress

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