Por Romina Bevilacqua
27 diciembre, 2014

*Este artículo fue originalmente escrito por Paula Kahumbu, conservacionista de vida silvestre y directora ejecutiva en la ONG WildlifeDirect en Kenya.

¿Acaso no existen límites para la crueldad que los humanos están dispuesto a inflingir en otros seres vivos? Si hay dinero de por medio, la respuesta parece ser negativa”, –Paula Kahumbu. 

En un artículo reciente de la BBC, George Monbiot cita las palabras del conservacionista pionero Aldo Leopold: “Uno de los castigos de la educación ecológica es que uno vive completamente solo, en un mundo de heridas”. Estas palabras resuenan de manera particular para aquellos que nos involucramos en lo que a veces parece una batalla perdida para salvar a las poblaciones cada vez más escasas de elefantes, rinocerontes y otros mamíferos de gran tamaño.

En un escándalo que aún no ve su fin, la Autoridad de Manejo de Vida Salvaje y Parques de Zimbabue ha capturado varios elefantes bebés para luego exportarlos a zoológicos chinos y posiblemente también al Medio Oriente. Según el director del Grupo de Conservacionistas de Zimbabue, Johnny Rodrigues, los elefantes tienen entre dos a cinco años y se envían en condiciones de alta seguridad en camiones con contenedores hasta Maputo, en Mozambique para luego ser transferidos a un buque de carga con destino a China.

¿Son estos elefantes huérfanos del marfil, tomados a la fuerza mientras sufren ante los cadáveres de sus madres y hermanas? ¿O fueron arrastrados a la fuerza del lado de sus madres o robados durante la noche? No lo sabemos. Pero sean cuales sean las circunstancias en las que se desarrolló su captura, es poco posible que podamos imaginar el tormento físico y emocional que estos animales sufrirán: Confinados, solos y asustados en su largo viaje a China.

Los elefantes se encuentran dentro de los mamíferos más sociables de la categoría de animales grandes. Las madres de estos elefantes los alimentan hasta los 5 años, lo que significa que muchos de estos pequeños destinados a China, algunos de sólo dos años de edad, no se encontraban físicamente preparados para separarse de sus madres.

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Pero la conexión emocional entre una madre y su hijo o hija dura mucho más. El investigador de elefantes, George Wittemyer, reportó cómo un elefante hembra aún tenía una conexión muy íntima con su hija de 10 años. La conexión entre hermanas puede ser tan fuerte como la que se genera con la madre: Las elefantes africanas hembra en edad juvenil usualmente sienten fascinación por los recién nacidos y ayudarán a cuidarlos. Hay casos en los que incluso los amamantan.

Los elefantes adultos forman profundas conexiones con los demás, y estas relaciones pueden durar por décadas. Según Cynthia Moss, fundadora del proyecto de investigación de elefantes más grande de Amboseli, estas conexiones tienen un rol clave a la hora de transmitir y comunicar el conocimiento ecológico y social de una generación a otra. Los elefantes cuidan a los que se enferman e intentan hacer sentir lo mejor posible a los que morirán pronto. La película ‘Eco’ cuenta la historia de Eli, quien nació con malformaciones y sobrevive gracias al amor y a la atención que le proporcionan su madre y hermanas que se negaban a dejarlo atrás.

Mi propia investigación se relaciona con décadas de deleite al conocer elefantes y descubrir que es un proceso mutuo, ya que los elefantes también me conocen a mí. Son capaces de recordar tanto los olores y sonidos de los investigadores como la forma en la que se ven. Incluso hoy en día me sigue sorprendiendo su inteligencia y su consciencia.

Recientemente, vi como Bárbara, una abuela de 66 años, protegía a su nieta de los pies de los otros pequeños elefantes que jugaban. Esto lo hizo posicionando su cuerpo de forma que le diera sombra a su nieta. El grupo no se podía mover hasta que la bebé de sólo 5 días hubiese descansado. Determinar estos comportamientos como ‘casi humanos’ sólo revela lo ilimitada que es la arrogancia de nuestra especie. Los científicos pueden estudiar el comportamiento de los elefantes y nosotros podemos seguir asombrándonos con ellos. Pero lo que nunca podremos saber y lo que ni siquiera podemos imaginar es la profundidad de las conexiones emocionales y espirituales que se generan entre los elefantes.

Si crees que el elefante bebé de las fotos se ve tierno, ni siquiera puedes imaginarte lo lindo que es mirar a su madre elefante, o la angustia que siente cuando se da cuenta que le han robado a su cría. Los oficiales de Zimbabue han defendido sus acciones diciendo que la exportación de elefantes vivos no es ilegal. Sin embargo, debiese serlo. Afortunadamente, existen muchos países alrededor del mundo que están empezando a tomar medidas para prohibir que los elefantes sean mantenidos en zoológicos o en circos. Sin embargo, China se mantiene al margen de esta ola de cambio e incluso parece ir contra la corriente.

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De la misma manera, las acciones tomadas en Zimbabue ignoran lo que ya hemos aprendido hace mucho a través de lo sucedido en otros países. La práctica de raptar a estos elefantes, que solía ser bastante común en el sur de África, fue prohibida una vez que los resultados de una investigación llevada a cabo en Kenia fueran presentados a las autoridades. Las autoridades se convencieron al ver pruebas del sufrimiento psicológico y el trauma al que se veían expuestos los elefantes.

Es posible que quien esté detrás de estas acciones sea el propio Presidente Mugabe, a quien se le ha escuchado decir en más de una ocasión que la vida salvaje de Zimbabue “debe comenzar a generar ganancias”. Otros personajes del gobierno lo han expresado con palabras incluso más crudas: “No nos interesa la vida salvaje, sólo el dinero”.

Como contra argumento, los conservacionistas usualmente comentan que la forma de generar más ganancias es dejando la vida salvaje donde pertenece, justamente en el lugar donde puede generar ingresos sustentables a través del turismo. También he propuesto estos argumentos previamente, y continuaré haciéndolo. Sin embargo, al reflexionar sobre la difícil situación que viven estos elefantes y el sufrimiento de sus familias me pregunto: ¿Por qué tenemos que hacer que las maravillas naturales que nos ofrece nuestro planeta sean vistas como mercancía?

¿Por qué no podemos simplemente vivir y dejar vivir y ser felices de tener el privilegio de compartir nuestro mundo con estas increíbles criaturas? En muchas ocasiones se ha dicho que los elefantes son como los humanos, y quizás así sea, pero si hay algo que es real es que los humanos debemos aprender a ser más parecidos a los elefantes.

Visto en: the guardian

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