Por Romina Bevilacqua
20 diciembre, 2014

Si las aves que se alimentan de las bayas invernales del hemisferio norte se están comportando de forma extraña, puede ser porque están borrachas. A medida que estas frutas fermentan con las primeras heladas, se forma alcohol dentro de ellas y las aves que las comen pueden emborracharse más a menudo de lo que pensamos, comentan los científicos.

“Es posible que la mayoría de las aves se emborrachen un poco y existen muy pocas personas que puedan darse cuenta que estos pájaros están, en realidad, intoxicados”, comenta Meghan Larivee, coordinadora de laboratorio de la agencia gubernamental Enviroment Yukon de Canadá. “Sin embargo, de vez en cuando, las aves se sobrepasan”.

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Un bombicílido alimentándose de las bayas de un serbal. Foto: Ria Novosti, Alamy.

Tal fue el caso de varios Bombicílidos (Bombycilla garrulus) que volaron hacia Whitehorse, Yukon durante este otoño (del hemisferio norte) y terminaron intoxicados luego de comer muchas de las bayas de los árboles conocidos como serbales. Las aves fueron llevadas al territorio de la Unidad de Cuidado Animal, una instalación equipada con jaulas de hámsteres modificadas que estaban listas para ser ocupadas por estas aves migratorias que habían venido en busca de alimento.

Si bien no existe una forma de medir el alcohol en la sangre de las aves, era bastante obvio que estaban volando bajo la influencia de esta sustancia, comenta Larivee. “No pueden coordinar sus movimientos de vuelo de forma apropiada y en algunos casos no pueden volar y les es imposible caminar de forma coordinada”, aseguró en un correo electrónico.

Las aves, las cuales llegan con sus picos manchados con los jugos de estos frutos, son revisadas para ver si tienen alguna otra enfermedad que pueda explicar su condición atontada. Pero generalmente se recuperan después de un par de horas, comentó Larivee. Sin embargo, no todas corren la misma suerte. Hay algunas aves intoxicadas menos afortunadas que mueren al chocar con edificios y se encontraron dos de estos casos en Whitehorse durante este otoño.

Un problema de alcohol

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Han habido algunos estudios que demuestran que el alcohol es realmente la causa de toda esta situación. Un problema es que no existe ningún examen de rutina para poder detectar el envenenamiento por alcohol en los animales, comentó Paul Duff, científico veterinario de la Agencia de Salud Animal y Vegetal del Reino Unido. Dichos exámenes son “relativamente costosos y también existe la posibilidad de que el alcohol desaparezca rápidamente. Además, la toxicidad de este elemento no deja ningún tipo de lesión”, comentó. Durante 2011 Duff fue parte de una investigación policial debido a la sospechosa muerte de 12 mirlos (Turdus merula) en una escuela en la parte rural de Cumbria en el norte de Inglaterra.

Los resultados de los exámenes postmortem, los cuales incluían la detección de niveles significantes de alcohol en una muestra de hígado, sugirieron que las aves habían muerto luego de comer bayas fermentadas de un árbol serbal. La misma agencia realizó un diagnóstico similar en un grupo de zorzales alirrojos (Turdus iliacus) en el año 1999, luego de que las aves cayeran repetidamente al concreto desde un árbol lleno de bayas.

Alta tolerancia

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Se cree que los hígados relativamente grandes de los bombicílidos y otras especies que se alimentan de bayas para sobrevivir el invierno, es lo que ayudaría a estas aves a soportar el alcohol. Sin embargo, las más jóvenes pueden ser más vulnerables. Duff notó que los mirlos que había investigado durante 2011 eran muy jóvenes. “Es posible que los adultos aprendan a evitar comer las bayas tóxicas”, añadió.

Un riesgo aun más obvio para las aves ebrias, y sobre todo para aquellas que habitan las áreas urbanas, son los edificios y las superficies duras. Los bombicílidos que avanzan hacia el sur, dirigiéndose a Inglaterra desde Escandinavia durante el invierno, usualmente llegan a los árboles con bayas ornamentales que existen en los estacionamientos de los centros comerciales y en las áreas residenciales.

En un ambiente como este, no poder volar puede convertirse en algo letal, comenta Ben Andrews, Consejero de Vida Salvaje de la Real Sociedad de Protección de Aves del Reino Unido.“Nos ha tocado atender llamadas telefónicas extrañas donde personas que nos llaman nos dicen que tienen un bombicílido muerto o incluso varios de ellos bajo sus ventanas, o cosas parecidas”, cuenta Andrews. Si te encuentras con un ave viva que parece estar algo mareada pero que no está herida, pon al animal en una caja de cartón que tenga algunos agujeros para que entre aire y déjala libre un par de horas después, una vez que vuelva a la normalidad; aconseja Andrews.

¿Parte del efecto del cambio climático?

Si de por sí los casos de ebriedad de las aves que se alimentan de bayas son usuales, ¿es posible que el cambio climático haga que estos episodios sean más frecuentes? Si bien no es un fenómeno otoñal inusual, el congelamiento provoca que las bayas conviertan sus almidones en azúcares, haciendo que luego la levadura se involucre y haga más rápido el proceso de fermentación, explicó Larivee.

Los últimos pacientes que Larivee atendió llegaron a la Unidad de Cuidados justo después de varias heladas y deshielos que se ocasionaron gracias a temperaturas más altas. La temperatura de la superficie de la tierra ha aumentado 0.85 grados Celsius desde el año 1880 hasta 2012, todo esto según el Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático.

“Tenemos que centrarnos en los efectos a largo plazo a la hora de hablar del cambio climático, pero ya hemos comenzado a ver algunos cambios en el presente”, comentó Larivee. Si bien estos efectos son más evidentes durante el invierno, “también es posible que comencemos a tener otoños más largos, lo que les dará aun más tiempo a las bayas para fermentar. Seguirán existiendo las heladas, lo que hará que los azúcares se hagan presentes en estos frutos durante la primera parte del otoño”, aseguró.

Visto en: National Geographic