Por Romina Bevilacqua
16 diciembre, 2014

Un impactante estudio sobre los océanos del mundo publicado recientemente, ha llegado a una sorprendente conclusión: Gracias a los humanos, ahora hay más de 5 billones de pedazos de plástico, que pesan más de 250.000 toneladas, flotando en el agua alrededor del mundo. Con una población global de alrededor de 7,2 mil millones de habitantes, son cerca de 700 pedazos por persona.

El estudio, publicado en el periódico PLOS One por Marcus Eriksen, del Instituto Five Gyres Institute en Los Ángeles y un grupo de colegas, está basado en datos de 24 expediciones oceánicas realizadas por separado, conducidas entre los años 2007 y 2013, para tomar muestras de contaminación por plástico. El plástico fue observado desde barcos o arrastrado desde el océano por redes, en 1.571 localidades. Los datos fueron posteriormente usados para ejecutar un modelo oceánico que simula la cantidad y distribución de desechos de plástico.

El resultado no sólo lanzó el estimado de más de 5 billones de pedazos de plástico en los océanos del mundo, sino que también arrojó luz sobre cómo el plástico cambia dentro del océano (descomponiéndose en pedazos más pequeños) y circula alrededor del mundo. Pedazos de entre 1 milímetro a 4,75 milímetros de tamaño fueron, por lejos, la clase de plástico más prevalente en el océano. Sin embargo, en relación al peso, fueron los grandes pedazos de plástico, de tamaños mayores a 200 milímetros, los más significativos.

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Lo que estamos presenciando en el océano global es una amenaza cada vez mayor de micro plásticos con toxinas que circulan a través de todo el ecosistema marino”, comentó Eriksen, el autor líder del estudio del Instituto Five Gyres. Lo preocupante es que, a pesar de que hay una cantidad mucho menor de gente viviendo en el hemisferio sur, la investigación descubrió que sus océanos tienen casi la misma cantidad de plástico, sugiriendo que vientos y corrientes oceánicas pueden transportar nuestra basura por todo el mundo.

Los autores subrayan la sospecha de que su estimado es “altamente conservador”  y que podría haber mucho más plástico que eso allá fuera. También destacan que hay una “cantidad potencialmente masiva de plástico presente en las costas, en el lecho marino, suspendida en la columna de agua y dentro de los organismos”.

Los autores además citan la cifra del grupo comercial Plastics Europe, que sugiere que 288 mil millones de kg de plástico son producidos anualmente. Comparados con una cifra como esta, los 250 millones de kg descritos en este estudio representan “solo el 0,1% de la producción mundial anual”, de esta forma destacan nuevamente que las cifras reportadas en el estudio, por muy altas que sean, probablemente son una subestimación de la realidad.

El plástico llega a los océanos debido a que lo usamos y luego lo desechamos (apropiadamente o no). Para la gran mayoría de nosotros, ahí es cuando nuestra relación con el plástico termina y no vemos qué es lo que pasa después. ¿Cómo termina en los océanos? De forma simple, las bolsas de plástico pueden literalmente volar hasta allí. Algunos plásticos pueden ser arrojados allí deliberadamente. Y luego están los escurrimientos: el plástico en la tierra puede terminar en el agua, o fluir hasta los océanos a partir de ríos que desembocan en ellos.

Una vez en los océanos, el plástico se descompone en pedazos más pequeños y circula viajando en cinco grandes torbellinos oceánicos, que giran en grandes círculos, enrollando la basura hacia el interior. Parte de ella se acumula en “parches de basura” del gran océano Pacífico que tienen concentraciones particularmente altas de plástico, sin embargo esto no necesariamente significa que verás enormes cantidades de basura flotando en la superficie del océano.

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Las consecuencias ecológicas de la contaminación plástica en el océano son severas. Puede que muchos animales marinos –sin importar su tamaño– no se queden atrapados en el plástico, pero sí pueden ingerir este duradero material, pensando que es comida (está el caso de las ballenas que murieron con el estómago lleno de basura por ejemplo). Esto no solo es malo para los peces, sino que a la larga también puede ser malo para nosotros. Si consumimos pescados que han consumido plástico, entonces es posible que terminemos comiendo plástico (o sus restos químicos) también.

Así que, una vez que desechamos nuestros objetos de plástico, tal vez no estamos realmente terminando nuestra relación con ellos después de todo. Entonces, ¿qué debiésemos hacer? “Es imperativo que el uso de plásticos incluya un plan de recuperación de un 100% o elegir un material que sea 100% inofensivo para el medio ambiente”, dice Eriken. “El status quoya no es aceptable”, agrega.

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Visto en: Washington Post

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