Por Romina Bevilacqua
7 diciembre, 2014

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Sabemos que los perros ponen mucha atención a la emocionalidad de nuestras voces. Escuchan para saber si nuestro tono es amistoso o agresivo, o si nuestra entonación va hacia arriba o hacia abajo, o si existen cambios de ritmo en nuestro discurso. Pero ¿qué pasa con el significado de las palabras que les decimos?

Unos cuantos estudios han mostrado que hay razas de perros muy inteligentes que conocen cientos de palabras. Chaser, un border collie que vive en Carolina del Sur, incluso aprendió 1022 sustantivos e instrucciones relacionadas a ellos. Pero por otro lado existe poca evidencia que indique que los perros logran diferenciar nuestros discursos como palabras con significados y sonidos que contengan cambios de tono.

Tenemos bastante conocimiento en relación a cuánto entienden los perros de la manera en cómo decimos las cosas, pero sabemos poco de lo que los perros conocen de las palabras que les decimos”, dice el neurobiólogo Attila Andics del Grupo de Investigación de Etología Comparativa MTA-ELTE de Budapest. Por suerte esto está por cambiar.

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Un grupo de psicólogos publicó en la revista “Current Biology” que los perros sí le prestan atención al significado de las palabras y que procesan esa información en una parte diferente del cerebro. Diferente del lugar donde procesan las señales emocionales que se entregan en el discurso hablado.

Para descubrir eso, la estudiante de posgrado Victoria Ratcliffe de la Universidad de Sussex en Inglaterra, elaboró un inteligente experimento. Llevó a 2.250 perros al laboratorio y a cada uno de ellos les colocó un parlante en algún lado de sus cabezas. Luego reprodujo la instrucción “Ven aquí” en ambos parlantes al mismo tiempo. En una primera instancia, la instrucción sonó bastante normal ya que poseía palabras con significado y también señales emocionales.

Después Ratcliffe comenzó a manipular el discurso de la instrucción. En algunas situaciones, eliminó todo tipo de inflexiones o cambios de tono en la voz del hablante. En otras instancias, mantuvo las inflexiones en la voz del hablante pero eliminó las palabras (o las reemplazó con sonidos incomprensibles). En cada instrucción dada, Ratcliffe grabó la manera en la que los perros movieron sus cabezas. O sea, si movían su cabeza hacia el parlante izquierdo o el parlante derecho. Aun cuando ambos parlantes reproducían los mismos sonidos, hubo un patrón que emergió claramente.

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Cuando los perros escuchaban instrucciones que tenían palabras con significado, cerca del 80% de los caninos giraron sus cabezas hacia la derecha. Cuando escuchaban instrucciones que poseían sólo pistas emocionales, la mayoría de los perros giraron sus cabezas a la izquierda. El resultado suena sencillo, pero Andics, que no estuvo involucrado en el estudio, dice que los resultados demuestran algo sorprendente: “que los perros tienen la capacidad de diferenciar entre secuencias de sonido con y sin significado”.

El estudio también sugiere que el cerebro de un perro fragmenta el discurso en dos partes: las señales emocionales y el significado de las palabras. Luego realiza un procesamiento de ambos componentes en lados opuestos del cerebro: las pistas emocionales a la derecha, el significado de las palabras a la izquierda (Sí, en direcciones opuestas a los lados hacia los cuales los perros giraron sus cabezas).

Es un método bastante similar al método que tenemos los humanos de procesar el discurso. Nosotros también fragmentamos el discurso en varias partes, como por ejemplo en el significado de las palabras, las pistas que se nos entrega en relación al hablante y las pistas emocionales. “Pero con los humanos es un poco más complicado”, dice Andics. “Creemos que el cerebro humano procesa varios aspectos del discurso humano en diferentes etapas y en partes diferentes del cerebro”.

Aun así, Andics dice que el nuevo estudio ofrece una forma nueva mediante la cual las personas podrían comunicarse mejor con sus mejores amigos: eligiendo con cuidado la oreja a la que le hables. “Si vas a decirle cosas emocionales, utiliza su oreja izquierda. Si le quieres enseñar instrucciones que el perro pueda entender claramente y con precisión, utiliza su oreja derecha”, dice Andics.

Visto en: NPR