Por Romina Bevilacqua
2 diciembre, 2014
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Singapur

Si bien existe una tendencia a mejorar las ciudades y hacerlas “más verdes” para no afectar tanto al medio ambiente, hay algo importante que estamos olvidando. Y es que hacer ciudades más ecológicas no debería limitarse a adaptar un poco las industrias y restricciones para no dañar tanto a la naturaleza, sino que debería sumar a estos esfuerzos la necesidad de conectar a la ciudad con la naturaleza y trabajar en conjunto para mantener nuestro entorno saludable.

El profesor de planificación urbana y ambiental de la Universidad de Virginia, Tim Beatley, explica mejor esta relación –después de todo es él el que plantea la idea de las llamadas ciudades Biofílicas–. La teoría de Beatley sobre las ciudades como ecosistemas viene de “biofilia”, la teoría de E.O. Wilson de que los humanos tenemos una conexión innata con otros seres vivos, debido a que evolucionamos junto a ellos. Es futurismo con un giro paleolítico: un esfuerzo por crear un hábitat humano que también pueda albergar un conjunto de criaturas salvajes y no sólo por su bien, sino que también por el nuestro.

En octubre de 2013, Beatley ayudó a lanzar la Red de Ciudades Biofílicas, que incluye ocho ciudades de todo el mundo y a la que se irán sumando otras más. “Reducir las emisiones de carbono, recordarle a la gente que apague las luces, ese es el tipo de cosas que tenemos que hacer“, dice Beatley. “Sin embargo, para motivar a la gente creo que necesitamos una visión de hacia dónde queremos ir, no sólo cuánto menos queremos consumir de algo“.

Mientras promocionaba su nuevo libro, Biophilic Cities: Integrating Nature into Urban Design and Planning (Ciudades Biofílicas: Integrando la Naturaleza al Diseño y Planificación Urbana), Beatley dio una entrevista a Grist HQ donde habló sobre los senderos aéreos urbanos, nuestra extraña relación con el mundo natural y ciudades que son mucho más verdes/sustentables de lo que creemos.

Aquí puedes ver algunos fragmentos de la entrevista:

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¿En qué se diferencia una ciudad biofílica de una ciudad “verde” o “sustentable”?

La verdad es que tienen bastante en común. Una ciudad biofílica debe ser resistente, sustentable y todas esas cosas; pero su rasgo característico es el ser una ciudad densamente poblada y urbana en estrecho contacto con la naturaleza. La ideanace a partir dela teoríaque estipula que hemosco-evolucionadocon el mundo natural, por lo que tenemosuna necesidad innata deestar en contacto con la naturaleza.

Es sabido que el pasar tiempo en espacios abiertos es beneficioso para nosotros, pero ¿estar en la naturaleza es una necesidad? ¿Cómo comer brócoli, por ejemplo? Que si bien es bueno, podemos tomar multivitamínicos para tener los mismos nutrientes.

¿Podemos sobrevivir? Claro, podemos y tenemos que hacerlo. Pero no por eso vas a ser muy feliz o muy productivo o muy creativo. En los últimos dos o tres años, ha habido una cantidad creciente de estudios que demuestran cuánto nos beneficiamos al rodearnos de naturaleza; afecta nuestro estado de ánimo. De hecho, tenemos un mejor rendimiento en pruebas de creatividad cuando estamos rodeados de naturaleza. En un entorno más natural, somos más propensos a tomar decisiones económicas a largo plazo, tendemos a ser más generosos, somos propensos a ser mejores seres humanos cuando tenemos la naturaleza a nuestro alcance todos los días, y no sólo en un lugar a donde vamos a vacacionar.

¿Puedes nombrar algunas ciudades que hayan integrado la naturaleza en el panorama urbano de forma exitosa?

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Parte del anillo verde en Vitoria-Gasteiz

Singapur es un ejemplo de una ciudad consciente de la necesidad de incorporar soluciones verdes/sustentables de forma funcional en una ciudad con alta densidad poblacional. La ciudad está creando políticas para promover áreas verdes verticales; balcones, techos y paredes hechos de materiales verdes y con funciones sustentables. También han creado un sistema de pasadizos para caminar, algunos incluso suspendidos en el aire.

Vitoria-Gasteiz, la capital del país vasco en España, en muchos sentidos es el ejemplo perfecto. Es una ciudad densa y compacta, pero a la vez está muy cerca de la naturaleza. Tiene este fantástico anillo verde que rodea a la ciudad. Cuenta con el histórico sendero que solían utilizar los pastores, donde la gente puede caminar. Hoy en día, la ciudad está creando un anillo verde al interior de la ciudad, con el fin de acercar la naturaleza al corazón de la densidad urbana.

También está Oslo, donde dos tercios de la ciudad corresponden a áreas forestales protegidas. Posee una extensa red de caminos urbanos, e incluso han diseñado rutas de tránsito públicas y estaciones para que los habitantes puedan salir del bosque. Están densificando el tercio de la ciudad que se mantiene como el corazón urbano y restaurando los ocho ríos principales que unen al bosque con la ciudad.

Ok, me voy a Noruega.

Hay cuatro ciudades de los Estados Unidos que pertenecen a la Red de Ciudades Biofílicas. En Portland han creado calles verdes que han significado una mayor cantidad de naturaleza dentro de la ciudad y al mismo tiempo ayudan con los problemas causados por las aguas lluvias. San Francisco ha sido una ciudad pionera en el mejoramiento del uso de espacios reducidos para crear parques. Organizaciones como Nature in the City (Naturaleza en la Ciudad) están intentando construir más de estos parques reducidos y pretender poder unir dichos espacios mediante una red de hábitats.

¿Podríamos decir que esto se trata de incorporar la naturaleza por el bien de las personas y de la misma naturaleza?

Puede ser. Hay un estudio reciente que muestra una notable cantidad de biodiversidad en las ciudades. La idea de que las ciudades pueden ser arcas biológicas es muy cierta. En muchas partes del mundo, las ciudades albergan un gran número de especies que se han perdido en entornos no urbanos. En lugares como los Países Bajos, donde el paisaje ha sido altamente alterado por los humanos, no es una gran sorpresa encontrar más naturaleza en el cementerio de la ciudad que en cualquiera de los campos de los alrededores. Aquí no es exactamente igual, pero en la ciudad de Nueva York, se encuentran restos de antiguos bosques. El álamo más grande se encuentra en Brooklyn, porque todos los demás fueron talados en la era de la agricultura y la conversión de tierras.

A medida que nos convertimos en un planeta más urbano, los entornos urbanos necesitan albergar mayores cantidades de la biodiversidad. Todavía tenemos que preocuparnos por la conservación de los bosques tropicales y los arrecifes de coral, pero las ciudades tienen que ser parte del hábitat de la naturaleza, por nuestro propio bien..

También hay que considerar los problemas del cambio climático.

Casi todo lo que hacemos para hacer que una ciudad sea biofílica tendrá beneficios muy significativos en términos de mejorar la capacidad de recuperación cuando se piensa en las sequías, las olas de calor y el efecto invernadero. Otras cosas en las que puede influir positivamente y que son efectos del cambio climático, son: aumentos del nivel del mar o el aumento de las temperaturas máximas durante el verano, todas estas cosas pueden mejorar por la incorporación de más naturaleza en las ciudades.

¿Y también nos ayudará a estar seguros durante el apocalipsis?

Hay un tipo llamado Keith Tidball que está escribiendo sobre “biofilia urgente”. Tidball argumenta que es en momentos de crisis, como huracanes y terremotos, cuando más necesitamos de la naturaleza, por sus propiedades terapéuticas y recuperativas. En Christchurch, Nueva Zelanda, la ecologización de los escombros y otros esfuerzos verdes  ayudaron a que la ciudad se recupere del terrible trauma que significaron los terremotos.

Sabemos que la naturaleza nos ayuda a unirnos, ayuda a promover la socialización, la formación de amistades, la construcción de un sentido de pertenencia y un compromiso hacia un lugar. Y todas esas cosas pueden ayudarnos a ser más resistentes al momento de enfrentar unas series de posibles crisis en el futuro, tanto económicas como ambientales. La naturaleza puede hacer eso.

Visto en: Grist