Por Teresa Hechem
6 abril, 2015

“Es mucho más difícil deshacerse de ellos después de que nacen”.

Sherry es una madre que tiene un blog denominado “Hand Me Downs“. En este espacio ella escribió la conversación que tuvo con una cajera sobre su hijo, quien tiene Síndrome de Down.

Ella empezó su post diciendo que su hijo de 2 años, Gabe, actúa como la mayoría de los niños de su edad. Recalcó que es curioso, tiene rabietas y ama la música. Es tanta la cotidianidad que a veces ella olvida que su hijo tiene este síndrome.

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Luego relató el momento que tuvo que atravesar cuando fue a una tienda junto a su hijo:

La cajera me miró con ojos tristes y me empezó a a decir en suspiros: Apuesto a que te hubiera gustado haber sabido que tu hijo tendría Síndrome de Down antes de que naciera. ¿Sabes que ahora existen pruebas que te lo confirman? De inmediato las sensaciones de asombro, horror y furia se apoderaron de mi cuerpo. Pensé lo peor de ella. La miré de pies a cabeza porque podría haberle hecho muchas cosas… Pero en lugar de arremeter contra la cajera, Le sonreí  y le dije: Lo sé, ¿sabes? Pero, es mucho más difícil deshacerse de ellos después de que nacen. Créeme que he tratado… Ella quedó boquiabierta sin parar de mirarme. Me incliné sobre la caja de registro y le suspiré: ¿Lo que tú me estás diciendo es que está bien que yo hubiera matado a mi hijo mientras estaba embarazada, pero que no está bien hacerlo una vez que ya nació? Yo no veo la diferencia. Yo supe TODO acerca de mi hijo durante mi embarazo. Él es mi hijo ahora y fue mi hijo desde ese entonces. No existe ninguna posibilidad de que permita que alguien dañe a mi hijo ahora o en el momento en que está en mi vientre y muchos lo consideran desechable. La vida es hermosa para alguien que es alto o bajo, blanco o de color, discapacitado o no discapacitado. Destruir su vida antes de tiempo, sería negarle la oportunidad al mundo de ver niños tan increíbles como lo es Gabe, quien vive feliz”.

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