Cada primavera se celebra una antigua fiesta religiosa hindú conocida como festival de los colores y fiesta del amor. Durante Joli o Holi se recuerda la antigua historia del rey Hiranyakashipu, su hermana Joliká y el príncipe Prahlada. Cuando al rey se le dieron poderes, él creyó que debía ser el único Dios que la gente tenía que adorar, pero su hijo se negó. Su padre enfureció y habló con su tía para retarlo a sentarse sobre una pira ardiente, como ella era inmune a las llamas decidió ver cómo el príncipe se quemaba. Sin embargo, Prahlada salió ileso y Joliká murió quemada. Entre el fuego apareció el dios Vishnu (aquél que el príncipe adoraba) y mató al rey.
Un día antes del festival se recuerda la hoguera de la victoria del bien contra el mal, donde toda la familia se reúne para orar a sus divinidades y celebrar. Aquí se arroja una espiga al fuego como ofrenda para la protección de las cosechas.
Otra tradición, es la colorida fiesta donde todos se visten de blanco para lanzarse baldes de agua y tintes de colores en una batalla feliz, acompañada de música y sonrisas. Lo anterior sucede por el recuerdo de Krishna (reencarnación de Vishnu), quien estaba celoso de la piel de Rhada, así que su madre Yashoda le dijo que le pintara la cara de la tonalidad que él quisiera. Desde ahí nace la tradición de los colores.
En un principio los polvos eran preparados con hierbas medicinales, pero actualmente son elaborados con materiales sintéticos para que los colores duren más en el cuerpo. Cada color tiene un significado y todos deben transmitir alegría y buenos deseos.
El festival también significa olvidarse de los errores del pasado y perdonar. Además, marca el inicio de la primavera, y para algunos el comienzo del nuevo año.
Aquí no importa si eres joven o viejo, rico o pobre, hombre o mujer. Todos se salpican y juegan con vibrantes tonalidades.
