Por Candela Duato
1 noviembre, 2014

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Las relaciones nos ofrecen la oportunidad de aprender muchas lecciones. Ya sea entre un padre y un hijo, amigos, o hasta extraños. Podemos aprender mucho de nosotros mismos en relación con otros.

Hasta cierto nivel, cada relación es sagrada, ya que nos da la oportunidad de crecer. Sin embargo, hay algo diferente en la relación íntima que comparten los amantes. Nuestras parejas no están definidas por la genética o los lazos familiares. No necesariamente nos une la proximidad dada por los ambientes de trabajo y escuela. Elegimos bajo nuestra propia voluntad entrar a una relación con ellos. Además, existe el componente extra de la intimidad física.

Aquí hay cinco características de relaciones saludables y sagradas:

1. Puedes ser tú mismo

En una relación sagrada, no tienes la necesidad de auto-censurarte. Te sientes libre de mostrar el espectro de quién eres y soltarte de las máscaras que usas en la sociedad.

Aún si te sientes cohibido por alguno de tus comportamientos, generalmente terminas riéndote de ti mismo. En presencia del otro, aceptas más las cosas que alguna vez trataste de esconder.

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2. Puedes mantener tu individualidad

Pese que todas las barreras han sido removidas para darle un espacio a tu media naranja, aún así eres capaz de encontrar la independencia dentro de la misma relación. A pesar de que compartan muchas cosas juntos, todavía tienes tus propios intereses y logros.

No eres dependiente de la otra persona para funcionar totalmente o sentirte pleno, ni tampoco lo esperaría así tu pareja. Te apoya e impulsa tu individualidad, de la misma forma que tú lo haces con él.


3. Tienen un deseo mutuo de evolución personal

Las conexiones conscientemente sagradas siempre se mueven hacia la dirección del crecimiento: por la pareja y por cada individuo. El deseo de impedir el crecimiento de la otra persona por la comodidad personal es una manifestación del miedo. La evolución se pone por sobre la ganancia personal.iStock_000014988722_Medium


4. Tú “reservas un espacio” para la otra persona

El arte de reservar espacios para la otra persona se basa en el amor y el respeto. Esto significa escuchar completamente y hacerle saber que les estás dando tu completa atención al observarlos y valorarlos. No es un espacio donde tratas de mejorar a la otra persona. Es ser testigo de la totalidad de aquel al que amas.


5. Eres pacífico

La vida no es buena todo el tiempo, ni tampoco lo es una relación. No obstante, si la mayor parte del tiempo que pasan juntos es pacífico, las interacciones con el otro les dará a cada uno el sentirse fortalecido en lugar de sentirse agotado.

El trasfondo de la ansiedad no es bueno para ninguno de los dos.

En conclusión, las relaciones altamente sagradas presentan un número de características. Estas cualidades pueden estar en todo tipo de relaciones, pero se enfrenta a desafíos específicos en el ámbito del amor.

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