Por Candela Duato
23 octubre, 2014

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Este artículo fue originalmente escrito por Sarah Marcus en Luna Luna. Mediante la publicación de éste pretendemos apoyar a todas las mujeres que han sido víctimas de cualquier tipo de abuso y decirles que no están solas.

 

Apreté su foto. Sí, era él.

Los mismos ojos. La misma barba. Veo que tiene una relación. Y dos hijos.

Al principio me hizo sentir enferma. Luego vinieron las lágrimas. No tenía pánico ni miedo como el que solía tener. Esta vez cada grieta de mi cuerpo se llenó de dolor. Un dolor diferente a la tristeza. No es como cuando se muere alguien o una relación importante termina.

No.

Este es el dolor de haber continuado, haber vivido y haber sobrevivido a pesar de esa persona. Y de lo que te quitó. Este es el dolor debilitante y el reconocimiento por todas las mujeres que han sido violadas, que están siendo violadas y serán violadas.

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Al principio no lo reconocí. Es increíble como nuestro cuerpo y nuestras mentes tratan de protegernos. Ahí estaba la persona que más me ha obsesionado a lo largo de los años. Aquel que ha impactado cada decisión que he tomado. Que me enseñó lo que es el miedo real.

Lo absurdo es me sorprendió e incluso me disgustó mi reacción. Es difícil admitir que sigo afectada después de todos estos años. Después de todos esos terapeutas y tiempo en la universidad siendo defensora de víctimas de violación. No soy la mujer robot de 29 años de edad que me gustaría ser.

Siempre digo que ya no estoy enfadada. En cierto modo es verdad. Mi piel ya no está en llamas y el odio ardiente que sentí alguna vez por él -y por hombres como él- ya solo aparece cuando bajo la guardia. Ya no se me aparecen recuerdos durante el día. Ni necesito estar fuertemente sedada por la noche para evitar hacerme daño durante una pesadilla. Pero todavía tengo “los sueños”. Y si eres una superviviente, lo sabes. Aunque cada vez son menos frecuentes, estuve años lidiando con los terrores nocturnos. Noche tras noche.

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Tras ver la sugerencia de amistad de Facebook con mi violador le mandé un mensaje a mi novio. No tenía energía para hablar, pero necesitaba que alguien lo supiera. Él dijo que lo sentía mucho.

Unas horas más tarde me llamó por Facetime. Cuando me vio llorando, me preguntó qué me pasaba. Y en ese momento comprendí que las personas simplemente no entienden, ni siquiera un poco, el trauma de una violación. Lo vemos en la televisión, en las películas y en los videojuegos. En la vida real negamos que pasa, lo tapamos y no hablamos al respecto. Las personas, que no han sobrevivido este daño,  no entienden la violación.

No entienden que yo preferiría estar muerta antes de vivir eso de nuevo. No digo esto ligeramente. No soy suicida ni depresiva, pero sé que no sobreviviría a ello si me ocurriese de nuevo. No se puede explicar esa sensación a otra persona. Tampoco quiero que las personas que amo entiendan el tipo de ruptura del que estoy hablando. Nadie debiera conocer este destrozo. Mi novio me pregunta si estoy enojada con él. Yo digo que no. Entonces me dice que no sabe qué hacer o decir. Lo que es refrescante, porque es honesto. Y yo le digo que lo sé y que sólo desearía que él estuviera conmigo ahora.116751915

Una versión más joven de mí misma le hubiera pedido que viniera. Aunque era tarde y él vivía a 45 minutos de distancia. Él no se ofrece y yo no le pregunto. La diferencia está en que yo quería que él estuviera ahí, pero no lo necesitaba. Las lágrimas son imparables. Es principalmente un llanto silencioso, solo una humedad constante. Le digo que me siento estúpida por el hecho de que me esté afectando así, y él me dice que es normal. Tal y como yo le diría a una mujer que estuviese pasando por lo mismo. Le diría que está bien sentirse así. Que se tome su tiempo. Que la sanación nunca es total. Que no es justo. Le preguntaría qué es lo que necesita. Le preguntaría qué puedo hacer yo por ella en este momento. Le diría que no está sola. La abrazaría.

Él dice que espera que pueda dormir algo, y yo le digo que estoy demasiado asustada para dormir. Que tengo miedo a los sueños. Quiero decir que veo la nueva cara de mi violador, más vieja ahora, cada vez que cierro los ojos, pero no lo digo. Mi novio me dice que los sueños no funcionan así. Él dice que no necesariamente soñamos sobre las cosas que estábamos pensando antes de quedarnos dormidos. Yo digo que este no es mi primer rodeo. Quiero decir, conozco mi cuerpo. Sé que los sueños vendrán. Y esto no es una enfermiza profecía autocumplida. Es un hecho. Dice que puedo llamarle en cualquier momento. Pero sé que no lo haré.

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La mañana siguiente me levanté, recé y bloqueé a mi violador en Facebook. Decidí que prefería tener su nombre escrito permanentemente en mi configuración de privacidad que tener que ver su foto. Tomé nota de nuestros amigos en común. Pienso en lo que él le debe haber dicho a la gente en la escuela. Él sabía que era cuestión de tiempo que le contara la verdad a alguien. Le dijo a la gente que yo estaba rogando que me pasara eso.

Estoy bien en el sentido de que tengo un trabajo, amigos, ayudo a personas e intento hacer las cosas bien. Pero mi cicatriz no está cerrada. Y no creo que se cierre nunca. Y eso es algo que nadie puede entender.

Pongo la tetera en el refrigerador. Derramo granos calientes y mojados de café por toda mi cocina. Pero a pesar de esta torpe fragilidad, siento una increíble dureza bajo mi piel. 

Original.

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