Por Candela Duato
9 octubre, 2014

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Conoces la escena: Una amiga cercana tiene a su muy esperado nuevo bebé y sientes la necesidad de correr a su casa para celebrar a ese pequeño bulto de alegría. De hecho, necesitas de todo tu autocontrol para no aparecerte en el hospital e interrumpir las preciosas y escasas horas en las que ella contará con la ayuda del personal. Sin importar si es porque amas el olor a bebé o porque crees que la mamá se va a enojar si no muestras interés en el más reciente miembro de la familia, vas a visitar a ese bebé y lo tomas en brazos. Eso es lo que hacemos las mujeres, ¿no?

Au contraire, mon amie. Recuerdo claramente que a los dos meses de haberme convertido en madre me di cuenta de que no necesitaba o quería que me visitaran más amigas que sobre-estimularan a mi sensible niño lleno de cólicos, con sus temibles rostros extraños, inapropiadas fuertes voces, o negándose a dejar de agitarlo por unos pocos minutos. Denle al bebé un descanso de todo ese agitamiento, señoras. ¿Creen que quiero que se acostumbre a eso? No, porque estoy cansada y no quiero tener que agitarlo yo después.

Les aseguro que yo no me habría enojado si nadie me hubiera venido a ver. ¿Creen que hice a este bebé yo sola? De hecho, no fue así. Hay un hombre que vive aquí y que me hace compañía por las noches. Durante el día estaba demasiado cansada, abrumada, y cubierta de escupitajos como para preocuparme por la soledad, y recibir visitas sólo significaba que tenía que meter mi gordo trasero en algún pantalón que no me quedaba bien, y aspirar el pelo del perro de la alfombra.

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Antes de convertirme en madre, era una de esas amigas que se presentaban sólo para sostener al bebé. Por la presente pido disculpas públicamente a todas las nuevas mamás que les hice eso. Ninguna madre que conociera estaba sentada sin hacer nada, esperando ansiosas a que yo apareciera por sus casas con las manos vacías para sostener a sus bebés. No soy el encantador de bebés, en serio.

Una vez fui a la casa de una amiga, sin ningún otro motivo más que tomar en brazos a su nuevo bebé y luego me senté y me comí la cena que su marido había estado preparando para ellos. ¡Yo no era la que había tenido un bebé! ¿Por qué me estaba comiendo su comida? Fue vergonzoso.

Ahora que soy una madre me doy cuenta de que si quieres sujetar a ese bebé en tus brazos antes de que ese rico olor a bebé recién nacido desaparezca, tienes que seguir ciertas reglas…

 

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 Lleva comida que sepas que les gustará

Esto significa que tienes que comprar un almuerzo para llevar de un buen restaurante y que sea suficiente cantidad para que el papá tenga algo de comer cuando llegue a casa. Pollo, pescado, carne, o algo que se ajuste a su dieta especial. No seas tacaña; compra lo suficiente para que haya sobras. No cocines algo por tu cuenta a menos que realmente sepas hacerlo bien. Es mejor gastar un poco de dinero y darles algo muy bueno, ya que va a pasar mucho, mucho tiempo antes de que puedan ir a un restaurant de nuevo. Odio tener que decirlo, pero si no puedes darte el lujo de comprar una comida decente, entonces necesitas reconsiderar tu visita.

 

No te comas su comida

¿La mamá tiene puerco o costillas cocinándose en la olla justo cuando llegaste? Si ella te ofrece un poco, no te atrevas a aceptarlo. Ella está siendo cortés y no eres una invitada. Eres una intrusa. Recuerda: todo lo que no comas son sobras para mañana, así que no comas nada en absoluto. Puedes aceptar un poco de agua, siempre y cuando te la sirvas tú misma. Tienes que estar alerta y reconocer las falsas ofertas de comida / regalos / favores/ etc; es probable que sean el resultado de la privación del sueño y que la mamá no sepa lo que está diciendo, pero después ella recordará tu avaricia por muchos años. Una de mis amigas una vez dejó una cazuela de pollo casera y galletas de chocolate frescas en nuestra puerta y ni siquiera tuvo que entrar. El sello distintivo de una excelente amiga es aquella que golpeará a tu puerta muy despacio, pondrá la comida en el porche, para luego subir a su auto y marcharse.

 

Trae un regalo, incluso si ya le diste uno en el baby shower.

Pregúntale a la mamá qué necesita o comprueba su registro para ver que le faltó comprar. No te compliques demasiado; puede ser algo tan simple como un paquete de chupetes o piezas de reemplazo para la bomba de leche- cosas que no cuesten mucho dinero. Nadie dijo nunca que un regalo tenía que ser una sorpresa para ser bueno. En caso de dudas, pregúntale qué pañales utiliza y  se los llevas. Pero si compras los pañales más baratos que puedas encontrar, ella tendrá que lidiar con pañales agujereados y ásperos y maldecirá tu nombre a las 4 am.

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No lleves ropa de verano en invierno.

No le regales ropa para bebé que no corresponda a la estación ni al tamaño. Los bebés crecen rápido. Usa tu cerebro.

 

No lleves adornitos decorativos.

Por más divertido que creas que es, ninguna madre quiere que le decores la habitación de su recién nacido. La decoración está estrictamente relegada a la mamá y al papá. Puedes quedarte con tus animales de peluche gigantes, marcos de fotos, y citas inspiradoras. Nadie quiere algo extra que sacudir cuando tiene un nuevo bebé. No le hagas perder el tiempo a la mamá agradeciéndote por alguna cosa que compraste al azar y que ella nunca quiso.

 

Saca fotografías.

Si eres una fotógrafa semi-profesional, lleva tu cámara y tu lente más halagador.

No trates de venderle las fotos más tarde. Envíaselas gratis.

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Haz algo útil.

¿Es la nueva mamá una de esas persona controladoras que no quieren que nadie las ayude con el trabajo doméstico? Bueno, tu amiga tendrá que superarlo porque en unos 8 meses el bebé comenzará a caminar y sus días de estar en control serán oficialmente una cosa del pasado.

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Lava los platos.

Si el fregadero de la cocina está lleno de platos, abre la llave del agua, enjuágalos y comienza a cargar el lavavajillas. Coloca los platos de manera inteligente, porque sabes cuánto nos molesta cuando el lavavajillas está cargado mal. No le preguntes a medias si puedes ayudarla con algo, porque te va a decir que no, a pesar de que eso en verdad significa “Dios, sí, por favor que alguien me ayude, por una vez.” Sólo hazlo.

 

O encárgate de la lavandería.

Mira a tu alrededor y fíjate si es que hay un montón de ropa limpia que necesite ser doblada.

¿Tienes dos manos que funcionan? Dobla la ropa, incluyendo la ropa interior.

 

Sé esa amiga.

Uno de mis amigas no sólo me trajo comida y un regalo, sino que también me llamó desde la farmacia para ver si necesitaba algo (de hecho, necesitaba protectores de lactancia para aquellas fugas de las que nadie me advirtió). Luego cuando me puse a ordenar el armario del bebé, ella me preguntó si me podía ayudar. En realidad, no fue una pregunta, sino más bien una petición de órdenes.

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Otra amiga vino con su marido una tarde. Él se sentó en una silla y agitó al bebé mientras ella limpiaba mi cocina de manera impecable, incluso le sacó brillo al acero inoxidable del refrigerador. ¿Qué hice yo mientras tanto? Me di un baño y me lavé y sequé el pelo por primera vez en una semana. ¿Te ha pasado que el cabello ya está tan sucio que las raíces duelen? Así estaba mi cabello. Tuve una hora completa para mí, sin tener que escuchar llorar al bebé por primera vez en dos meses. Cuando intenté ver cómo estaba el bebé en la sala, ella murmuró “Sal de aquí. Él puede oler tu leche.”

 

Pero no seas ESA amiga.

Honestamente puedo decir que hubo algunos visitantes durante esa época de mi vida que me hicieron pensar: “¿He sido secuestrada por esta pequeña persona que acaba de vomitarme encima y ni siquiera me puedes pasar algo para limpiarme?” No seas esa amiga. Aprende de mí, la “abrazadora de bebés” reformada. El verano pasado, cuando una amiga tuvo un nuevo bebé, siempre le llevaba un pequeño regalo y el almuerzo cada vez que iba a verla, porque sabía que se sentía muy abrumada. En la actualidad, ni siquiera doy regalos de cumpleaños sin preguntarle a la mamá que cosa necesita su pequeño, o si mi idea de regalo le parece bien.

 

Si en el pasado has sostenido a un bebé sin hacer nada más, no temas. Haz una nota mental para comprarle al niño un regalo especial para su próxima fiesta de cumpleaños y quédate tranquila al saber que en algún momento, tu día de tener vómito en los ojos va a llegar y te preguntarás qué demonios están haciendo esas amigas que sólo se sientan a abrazar al bebé en tu casa.

Original.