Por Teresa Donoso
15 septiembre, 2014

Este artículo fue redactado por John Kinnear, escritor de AskYourDadBlog.com

Cinco años atrás, cuando mi esposa y yo descubrimos que íbamos a ser padres, el primer consejo útil que recibimos fue este:

“Tomen con cuidado cada consejo parental. Todos creen que son expertos. Usen lo que consideren que es útil para ustedes, en su situación, y olvídense del resto.”

Y así lo hemos hecho. Algunos consejos nos sirvieron mucho para mejorar como padres. Pero los consejos con los que no estábamos de acuerdo, o que no nos sirvieron, los tiramos por la ventana, para que rodaran por el camino detrás de nuestra mini van.

El problema es que no importa cuántas veces los dejemos atrás, algunos de estos molestos consejos siguen persiguiéndonos por la carretera. Aquí hay cinco de ellos:

1. No compres juguetes para un género específico.

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No.

Mi hija puede amar el Rosado y las princesas de Disney y Tinker Bell si ella lo desea. Claro, intentamos elegir juguetes menos específicos para un género. También intentamos con juguetes etiquetados para ambos géneros. No lo logramos. Ella ama el rosado. Ella quiere ser una princesa. También quiere ser un hada. Ella quiere tener fiestas de té. Sí, Batman  a veces es invitado, pero no tan a menudo como Anna, Elsa y Rapunzel.

Esto es lo que hago en vez de seguir el consejo. Trato de buscar lecciones en lo que sea que ella esté interesada, para empoderarla –Tinker Bell, por ejemplo. ¿Sabían por qué se llama así? Se debe a que es un hada que arregla cosas (Tinker significa remendar). Un hada remendera recolecta distintas piezas o partes del entorno, las junta para armar una máquina, y luego usa esas máquinas para hacer de Fairy Hollow un mejor lugar. Sip, Tinker Bell es una ingeniera. Ayer, mientras veíamos el Secreto de las Alas por 43 vez, mi hija me preguntó, “Papá, ¿qué tipo de hada te gustaría ser?” También hay hadas rápidas, hadas del agua, de las plantas, etc.

“Me gustaría ser un hada remendera como Tinker Bell.”

“¿Por qué?”

“Porque Tinker Bell ve las cosas y no sólo ve lo que son, sino que también ve lo que podrían llegar a ser. Creo que eso es bastante genial.”

“Sí, yo también.”

No puedo controlar lo que le gusta, pero puedo aprender sobre eso, involucrarme y, si me esfuerzo mucho, puedo encontrar lecciones en todo. Me imagino que en unos años más voy a estar haciendo lo mismo con las Tortugas Ninja.

(Nota: si cualquiera de mis hijos quisiera juguetes que están etiquetados para el tipo de género opuesto, eso me parecería bien. Pero no es así como sus gustos individuales se han desarrollado hasta ahora.)


2. No dejes que vean DVDs en el coche.

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Este consejo a veces también viene en la forma de, “No dejes que lleven video juegos portátiles, teléfonos, o cualquier cosa con pantalla.” A menudo viene acompañado con argumentos sobre cuán importante es que se relacionen con el mundo exterior mientras uno conduce, ya que si están ocupados viendo La Película de Lego, entonces se están perdiendo la maravillosa naturaleza, al mismo tiempo que no logran desarrollar habilidades cognitivas de comunicación interpersonal. En lugar de dejarlos jugar Letter Lab en el iPad, o ver Enredados en el DVD player, debería estar jugando “veo veo” o el juego de los colores de los autos con ellos.

Por favor traten de entender que, cuando conduzco una mini van de dos toneladas a 100 km por hora por la carretera interestatal y con distintos grados de tráfico, mi atención no está en el desarrollo de los niños. Mi atención se centra en el camino. No dirijo un jardín infantil, conduzco un vehículo. Cuando pasemos junto al océano o un parque nacional, ahí habrá suficiente tiempo para paseos por la naturaleza y datos interesantes sobre las mariposas. Ahora, si es que mi esposa está en la van, claro que rotamos las actividades. Hay crayones, juegos y canciones, pero cuando los niños se aburren de todo eso, vamos a ver Frozen. Si un par de horas viendo la película los mantiene entretenidos mientras conducimos a través del paisaje post apocalíptico que es la carretera entre Wendover y Reno, entonces no me molesta en lo más mínimo que no miren por la ventana.

3. No le compres comida chatarra a tus hijos.

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Yo soy el cocinero de la familia. Me enorgullezco de crear increíbles comidas con ingredientes frescos. Cuando mi hija les cuenta a las personas que su plato favorito  son los tomates cherry, un poco de superioridad parental se hace más grande en mi interior. Eso dura hasta que le preguntas cuál es su segundo plato favorito –mini hot dogs.

Guardada en el congelador, detrás de las espinacas congeladas, y las super frutas, hay una caja gigante de mini hod dogs congelados. Junto a ellos hay una caja de nuggets de pollo, que a su vez esconden una caja de palitos de pescados congelados. Y ya no pienso seguir sintiéndome culpable por eso.

Nuestras noches siguen un horario bastante ocupado. Después de recoger  a los niños en el jardín infantil, tengo una ventana de 45 minutos para preparar la cena antes de que Stevie llegue a casa. Si algo me retrasa entre el momento en que salgo del trabajo y llego a la casa y comienzo a picar los vegetales, ese tiempo sale de la preparación de la cena. Imagino que esta es una situación muy común entre los padres. Así que algunas veces tomo unos cuantos mini hot dogs y los preparo para los niños. Otras veces, si es que en verdad se me hace muy tarde, me detengo en el MacDonalds camino a casa y compro la cena para ellos. No es lo más óptimo, pero así es la realidad. Pueden dejar de decirme lo que ya sé.

4. Controla a tus niños en público.

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Ok, sí. Deberías controlar a tus hijos en público. No me molesta este consejo en general, siempre y cuando esté bajo este contexto: “Deberías hacer un esfuerzo consistente de mantener a tus niños bajo control y, cuando sea posible, evitar que tengan una experiencia negativa con otras personas en espacios comunes.” Ese es un buen consejo que, honestamente, no ha aparecido mucho en nuestra experiencia, pero la única vez que lo hizo fue suficiente para que aparezca en esta lista.

Mi problema con este consejo es que llega cuando un extraño toma una foto mental poco halagadora de tu vida y luego la usa como la oportunidad perfecta para entregar su consejo en lo salvaje –y por salvaje me refiero al pasillo de jaleas de Walmart.

“Deberías controlar a tu hija.”

Tienes razón. Debería hacerlo. Pero ahora mismo, no puedo. Nadie puede. De seguro puedo intentarlo, y confía en mí, la pataleta que mi hija está teniendo en este momento me molesta mucho más a mí que a ti. Claro, tus tímpanos podrían estar a punto de estallar debido a los infinicibeles gritos que emanan de mi niña de 3 años –gritos que son tan fuertes que tuve que inventar un nuevo adjetivo, una combinación de infinito y decibeles, para describirlos. Y por supuesto que lo único que quieres es poder ver qué tipos de jaleas y mermeladas hay detrás de esta pataleta que se está llevando a cabo. Entiendo cuán frustrante puede ser. En serio lo entiendo. Pero, ¿sabes que factor falta en tu experiencia y que sí está en la mía, lo cual hace que se infinitamente peor? Tú. No sólo tengo que lidiar con mi hija, sus gritos y golpes, y mi incapacidad de elegir una jalea que me guste; si no que además recibo una gran capa de vergüenza encima de todo. La forma en que giras los ojos, tu suspiro molesto, y el pedido de que “controle a mi hijo” no hacen nada para ayudar.

Mira, esto es lo que sucede. Mi hija está bajo control el 99 por ciento de las veces. En serio, ella es muy adorable y se comporta bien. Tu justo estuviste durante ese 1 por ciento de las veces en las que el Monte Bebesuvio estaba haciendo erupción. Te prometo que ella y yo tenemos conversaciones regularmente sobre como las personas deberían comportarse. Hacemos una mezcla saludable de refuerzo positivo y consecuencias. Créeme, cuando la saque de la tienda y estemos en un ambiente más controlado, van a haber consecuencias. Pero nada de lo que has aportado a la situación nos va a ser de ayuda. Por favor sólo sigue adelante, mantén tu consejo desagradable en tu cabeza, y ve a comprar tu papel higiénico primero. La jalea va a seguir ahí mucho después de que haya tomado a mi hija sobre mis hombros y la haya llevado fuera de la tienda.

5. Ser padres se vuelve más fácil.

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Los padres más viejos y los abuelos disfrutan dando este consejo cuando uno se siente abrumado. Siempre es con buena intención, y no los culpo por decirlo. Pero me ocurre que muchas veces pienso, seguro, algunas cosas se van a volver más fáciles, pero enseguida van a ser reemplazadas por algo más, incluso algo incluso más difícil. Los niños no son un continuo que comienza mal y termina mejor. Lo que es increíble acerca de los recién nacidos va ser reemplazado por algo increíble cuando sean niños pequeños –lo mismo ocurre con las cosas malas.

Mi sospecha es que siempre va a existir algo bueno y algo malo, y esperar a que las cosas se vuelvan más “fáciles” es algo sin sentido. Lo fácil  nunca va a llegar. No estoy esperando por lo fácil. Voy aceptar lo bueno con lo malo, no por la esperanza de que eventualmente una cosa supere a la otra, pero con el entendimiento de que ser padres, como todo lo demás en la vida, se vive con la suma de todas nuestras experiencias, buenas y malas. Las pataletas de los niños en el supermercado eventualmente se convertirán en portazos y toques de queda. Nunca se va a volver más fácil, solo será… diferente.


 

Así que ahí tienes. Ya lo sé, ya lo sé. Hacer una lista de los consejos que me molestan no va a lograr que estos desaparezcan. Y en realidad, no son todos malos consejos. Quién sabe, tal vez algún día les voy a hacer caso, y voy mirar hacia atrás y pensaré que ridículo era por haber escrito esta lista. Hasta entonces, voy a seguir haciendo lo mejor que pueda para encontrar amor entre el caos –incluso si el caos está lleno de hadas rosadas, cajitas felices, y viajes eternos viendo Frozen una y otra vez, además de la ocasional pataleta en público.

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