Por Romina Bevilacqua
3 julio, 2015

Este hombre restaurará tu fe en la humanidad… 

Esta es una historia que demuestra los sacrificios que algunas personas están dispuestas a hacer por el bien de otros. Es una historia sobre qué ocurre con las mascotas y otros animales luego de una catástrofe. Es una historia que te demostrará que aún hay personas con un gran corazón dispuestas a arriesgar su vida por los animales. Y sobre todo, es una de aquellas experiencias que te inspirará.

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Lo conocen como “el último hombre en Fukushima” y la razón por la que Naoto Matsumura decidió quedarse en este contaminado lugar y poner su vida en riesgo, es probablemente una de las más nobles que escucharás. Luego de la catástrofe de Fukushima en 2011, la radiación se esparció por los alrededores de la ciudad obligando a los habitantes a dejar sus hogares y pertenencias atrás. Pero eso no fue lo único que muchos dejaron. Matsumura, como muchos otros, tenía una granja con decenas de animales a los que tuvo que dejar atrás durante la evacuación. Pasaron los días y sus animales seguían en su cabeza recordándole lo que había dejado atrás, así que decidió regresar. 

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Sin importarle las consecuencias que la exposición a la radiación podrían causar a su cuerpo, Matsumura emprendió camino de vuelta a Fukushima en busca de sus animales pero en el camino se encontró con un paisaje desolador: gatos, perros, patos, cerdos e incluso avestruces deambulaban por las calles como espíritus en un pueblo fantasma. Todos estos animales habían sido abandonados por sus dueños tras la catástrofe y ahora no tenían a nadie que los alimentara ni que les diera cobijo.

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Para Matsumura ver a estos desesperanzados animales esperando a sus dueños que probablemente nunca regresarán; desesperados y hambrientos bastó para que tomara la decisión más difícil de su vida: arriesgar su propia vida, para salvar la de ellos o al menos mejorar sus condiciones mientras aún siguieran vivos. Dejarlos atrás y volver a abandonarlos no era una opción. Desde aquél día este hombre visita a diario Fukushima para alimentarlos. Muchos gatos y perros aún tienen los collares que alguna vez les dieron sus dueños.

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Ya han muerto miles de animales en Fukushima, Matsumura ha encontrado sus cuerpos sin vida en las calles y esqueletos de perros aún encadenados. “Todos fuimos abandonados por nuestro gobierno“, dice Matsumura. “Esa es la razón por la que me quedo aquí con estos animales“, agrega y señala que quiere permanecer en esta “zona muerta” para recordar a aquellos que no pudieron salvarse a sí mismos. Matsumura tiene un hijo, Naoki, que nació hace poco pero no sabe si alguna vez podrá vivir con él. Matsumura dice que quiere vivir y ser un ejemplo para su hijo, pero sabe que si él no regresa a Fukushima todos esos animales, los últimos residentes de Fukushima, morirán y él no puede vivir con eso en su consciencia.

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