Por Romina Bevilacqua
26 junio, 2015

Estas hembras encontraron la forma perfecta de convertir a los machos en una cena fácil. 

A las mantis religiosas hembras se las conoce como a las “femme fatale” del Reino Animal. ¿Por qué? Bueno, pues porque al aparearse con el macho le arrancan la cabeza de un mordisco y se la comen. Hasta ahora los científicos no habían encontrado una posible explicación a este extraño acto de canibalismo de parte de las hembras, pero según una nueva investigación publicada en Proceedings of the Royal Society B, todo podría asociarse a una sucia jugada por parte de hembras muy hambrientas.

En una situación normal, los machos eligen a aquellas hembras mejor alimentadas para aparearse con ellas ya que además de verse más saludables son más fértiles, mientras que rechazan e ignoran a aquellas mal alimentadas porque son  débiles y tienen niveles de fertilidad más bajos, por lo tanto no se asegura que realmente tengan crías después del acto sexual. Sin embargo, las hembras hambrientas se están volviendo cada vez más atractivas para los machos dado que estas los engañan produciendo más feromonas. En otras palabras, las hembras hambrientas están tan desesperadas que producen muchas más feromonas de lo normal atrayendo así a los machos en busca de una pareja sexual, y así una vez que se aparean se alimentan del macho. En este sentido los machos están siendo engañados por partida doble ya que, a cambio de sexo, arriesgan su vida y lo más probable es que ni siquiera procreen con la hembra.

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Para llegar a estas conclusiones, los investigadores dividieron a cuatro grupos de mantis religiosas hembras y les dieron diferentes dietas: con una buena cantidad de alimento, con una mediana cantidad, una dieta pobre en alimento y una muy pobre. Estas dietas estaban dentro de un rango de 3 grillos tres veces a la semana para aquellas que obtenían una dieta “buena” y un grillo tres veces a la semana para el grupo con una alimentación pobre. La dieta se siguió por varios meses para asegurarse de que las hembras tuviesen óvulos en sus ovarios. Aquellas mantis que obtuvieron una mejor alimentación mejoraron sus condiciones físicas y su fertilidad. Cuando los machos ingresaron al experimento, tres cuartos de todas las hembras atrajeron a algún macho. Sin contar a las hembras con la peor dieta, el número de machos atraídos a las hembras aumentaba en la medida que estuviesen mejor alimentadas. Sin embargo los resultados finales del experimento arrojaron que las hembras más hambrientas habían atraído a una mayor cantidad de machos que los que atrajeron las hembras con una dieta mejor, pese a que estuvieran en peores condiciones físicas y tenían una menor fertilidad.

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Lo que los expertos explican es que las mantis hambrientas producen más feromonas para atraer a los machos y obtener una cena fácil, ya que luego de alimentarse de uno de ellos la mantis hembras mejoran considerablemente su condición física (en alrededor de 1/3) y mejoran su fertilidad en un 40%. Luego, al estar en mejores condiciones, vuelven a atraer a los machos de manera “honesta” y sin jugarretas para aparearse. Si a esto se suma que otro estudio había demostrado que el 90% de las mantis religiosas que se alimentan con niveles similares de alimento al de las mantis con una dieta pobre en el estudio, son propensas a tener conductas caníbales hacia los machos, tienen un bajo conteo de óvulos y sólo la mitad de estos encuentros termina en el acto sexual.

“Esta es la primera evidencia de la hipótesis de la femme fatale y también es sólo uno más de los ejemplos que existen en el mundo animal de engaños sexuales entre parejas”, señaló la doctora Katherine Barry, investigadora principal del Departamento de Ciencias Biológicas en la Universidad de Macquarie, en Australia.